La Rojita salía a la cancha a disputar su segundo encuentro del sudamericano sub 20 con el envión de haber rescatado un empate, con un hombre menos, ante el siempre complicado Brasil. El buen nivel exhibido a ratos en el debut, no obstante, ayer ni se apareció.

En la primera mitad, el equipo de Héctor Robles evidenció muchas falencias. En ofensiva, con poca capacidad de asociación en el último tramo de la cancha; en la mitad, con una línea de tres volantes que tuvo muchas descoordinaciones y que perdió el balón, una y otra vez, en la transición de defensa a ataque; y en el fondo, con rendimientos individuales bajos y errores groseros, como el de Nicolás Ramírez antes de los 10', que perdió la pelota saliendo -evidenciando sus ripios técnicos- y propició la apertura de la cuenta.

Hubo falencias también en el colectivo general: la Rojita lució como un equipo opaco, predecible, de escasa movilidad y sin respuestas físicas, acaso sucumbiendo a los 2.500 metros sobre el nivel del mar de la ciudad de Ambato y al mal estado de la cancha donde se jugó el encuentro.

En el segundo tiempo se mantuvo la tónica, pese a que Héctor Robles intentó modificarle la cara a su equipo. Decretó el ingreso de Yerko Leiva por un particularmente dubitativo Carlos Lobos. No obstante, el de la U, como cada vez que disputó minutos con los azules en el torneo chileno, se vio nervioso y errático. En sus pies, de hecho, estuvo el empate transitorio, pero elevó increíblemente cuando recibió sin marca, a la entrada del área chica, un pelotazo que cayó desde el sector derecho.

En la última media hora, el rendimiento y el físico de los dueños de casa decayó notoriamente. Esto fue correctamente leído por Robles, que al fin se decidió a parar a los suyos algunos metros más arriba y, en definitiva, asumir mayores riesgos para intentar obtener un mejor resultado.

Ahí fue cuando el trámite se equiparó. Con un Adrián Cuadra haciendo gala de sus enormes condiciones en el centro de la cancha, Chile comenzó a hacer circular la pelota con criterio y ahora eran los ecuatorianos los que se desgastaban en la recuperación. El ingreso de José Luis Sierra como eje del ataque le dio frescura a la ofensiva y los intentos nacionales comenzaron a generarle algo más de inquietud a la ordenada y fuerte última línea del conjunto del Guayas.

Fue precisamente el ariete de Unión Española el que marcó el empate a diez minutos del final, tras un encomiable esfuerzo de Ignacio Jara por el sector izquierdo que terminó con un buen pelotazo cruzado.

El empate alcanzó para alimentar la ilusión nacional. Que terminó jugando mejor que su rival, aunque las descoordinaciones en el fondo siguieron siendo un tema en el que Robles debe trabajar ya. De eso depende, quizás, su futuro en el actual sudamericano.

La Rojita tendrá un nuevo examen el martes, cuando se mida ante su símil de Paraguay en su tercer partido de la fase de grupos. Ahora, no obstante, los tres puntos son una obligación si no se quiere poner en riesgo la clasificación al hexagonal final.

Chile no hizo una buena presentación. Se enreda ante un rival que, además del físico tiene pocas herramientas, pero sigue vivo. Suma dos puntos en dos partidos y, por ahora, está en zona de clasificación. Es lo que cuenta. Pero no hay más espacio para dudas.