Tonka Tomicic combate con un vasito de whisky y con uno, solo un cigarrillo de tabaco puro la presión de la semana más intensa, complicada y desafiante. La de los estelares mundialistas que tuvieron bajos resultados y peores críticas. Pero la dueña de TonkaTanka confiesa en una última revista de papel cuché que está curtida. Que no le entran balas. Más monje zen que nunca. Dice que el trabajo es una parte de la vida, no la vida entera, y que este es un camino largo y que hay que recorrerlo y que los tropiezos son los que más enseñan.
Y personeros de Canal 13 dicen que ella es así. En verdad. Que llega a las cuatro de la tarde. Que nunca se enoja. Ni grita. Que incluso a veces la sorprenden con la vista perdida en el horizonte. Que da ideas al resto del equipo. Que aparte del vasito de whisky y del cigarrillo tras el estelar, incluso se animó a ir al Atico de Juan Falcón, el nuevo boliche del veterano galán cubano, una madrugada tras el programa.
"No hay que combatir con lo que le pasa a uno", responde a La Tercera sobre cómo calma los nervios por el desafío mundialista. "Hay que aceptarse y enfocarse... Diría que estoy en plena concentración en Juan Pinto Durán", agrega. Asegurando sobre la pelea por la audiencia que "con respecto al rating, menos mal que nuestra premisa no es 'el fin justifica los medios', ¡Qué alivio!". Y finalizando con una promesa ante las cifras bajas y los comentarios que no son los mejores: "Soy de largo aliento".
Mientras que Rafael Araneda es incluso más intenso. Trota todas las mañanas. Llueve o truene. Se pone su traje de lycra súper ajustado y desafía el frío matinal de las lomas de La Dehesa. Pensando, analizando, planeando cómo superar el rating de La barra del Mundial. Desde una sala de cine donde ayer llevó a sus hijos a ver Marmaduke, porque Marcela Vacarezza está en un retiro televisivo en Quinamávida, responde a través de su iPhone que "los años y el trabajo en la TV mexicana me han enseñado a hacerme cargo sólo de lo que realmente está en mi dominio manejar, y así la presión disminuye bastante".
Cuenta que aparte de los trotes matinales, "combato los nervios haciendo la vida lo más normal posible. En síntesis, entendiendo que esto es una carrera de largo aliento, como la vida misma, y que nada es tan trascendente como aparenta". Casi tan místico como Tonka.
Y los que menos sufren son justamente los que duraron cinco días en pantalla y los sacaron del aire: Giancarlo Petaccia y Alvaro Salas, con su apuesta mundialista de mediodía en Mega, Con la camiseta puesta. "Se veían tranquilos", aseguran testigos de los pocos días de los rostros en el espacio. "Si un proyecto no funciona hay que cortarlo de raíz nomás", confirmó Salas. Seguro. Frío.