La silueta indomable de Jorge Díaz
A diez años de la muerte del dramaturgo y Premio Nacional 1993, el académico e investigador Eduardo Guerrero pone en librerías la primera biografía del también arquitecto y autor de El cepillo dientes.
OCURRIÓ un domingo cualquiera y la biografía lo certifica con las palabras del propio Jorge Díaz: "Muerto de aburrimiento leía distraídamente un periódico (como todos los periódicos) idiotizante. Un aviso del consultorio sentimental llamó mi atención. Una mujer que firmaba 'Esperanzada' decía 'buscar un alma gemela'. Al pie de la misma página se leía una información que traía la agencia noticiosa: 'Un marido enfurecido había matado a su mujer al descubrir, tras ocho años de matrimonio, que esta tenía el pie plano y se lo había ocultado'".
Diez horas después de leer eso, Jorge Díaz terminaba en 1967 la obra en un acto que tituló El cepillo de dientes. La historia de un matrimonio, que día a día se inventa a sí mismo una historia distinta y cada vez más singular para permanecer unido, se convertiría en la obra más leída, traducida y montada del dramaturgo y arquitecto chileno, quien a pesar de haber nacido en Rosario, Argentina, en 1930, nunca encontró allí sus orígenes. "Jorge nadaba entre dos aguas, las del Pacífico y el Atlántico, en costa chilena y española. Por eso se fue a vivir allá en 1965, arrancando del frío y toda esa burocracia en la que estaba inmerso. Jorge era un alma escapista", comenta el académico y crítico Eduardo Guerrero (1953).
Antes publicó dos libros sobre el Premio Nacional 1993 y esta semana apareció la primera biografía del también autor de El velero en la botella, de quien el 13 de marzo se cumplió la primera década desde su muerte. Publicada por Ediciones U. Finis Terrae, Jorge Díaz: el anarquista insomne contiene más de 50 entrevistas a familiares, amigos, actores y directores . Todas dejan caer un fino halo de luz sobre su enigmática silueta.
"Me costó casi diez años escribir este libro, aunque la idea se remonta a muchísimo antes, quizá desde los años 80, cuando estaba en España haciendo mi doctorado y volví a toparme con Jorge", cuenta Guerrero. "La memoria en Chile es frágil, y urgen aún varios libros que nos hablen de los exponentes de la cultura local. Jorge Díaz es uno de nuestros más notables representantes", añade.
Hijo de españoles, Jorge Díaz fue el menor de cuatro hermanos. Tenía tres años cuando cruzó la cordillera para instalarse en Coquimbo, en casa de un tío. "Varias de esas primeras peripecias en su vida llegarían a formar parte de lo que fue su trabajo como dramaturgo, arquitecto, pintor y el hombre de teatro que fue", opina Guerrero. "En Un hombre llamado Isla (1961), por ejemplo, plasmó todo lo que sintió al llegar a un país como este, desconocido para él", agrega.
El libro, que incluye las voces de Jaime Celedón, Carla Cristi y Maité Fernández, suma también la de María Teresa Salinas, sobrina y legataria de Jorge Díaz, quien abrió su archivo fotográfico y entregó varios de los extractos y textos inéditos del libro. "No solo transita por la vida de Jorge -quien falleció de cáncer a los 77 años-, sino que además contiene varias de las cartas que escribió a diario y a innumerables destinatarios. El quiso que este libro se hiciera. Contra viento y marea lo quiso", dice Guerrero. " Era un hombre solitario, amante de la vida de barrio y de café. Indescifrable en varios aspectos", concluye.
En palabras del mismo Díaz, de quien en mayo se exhiben El cepillo de dientes y El locutorio en el Teatro UC y GAM respectivamente, su biografía "son graffitis incomprensibles en paredes desnudas. / En el suelo hay una maleta / con ropa que detesto / análisis de orina / radiografías siniestras / y algunos patéticos trofeos / de mis obras maestras / que seguramente copié / y ya ni me acuerdo. / Alguien se encargará del epitafio: / 'Aquí yace un impostor / un indocumentado / apátrida congénito / sin huellas dactilares'".
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