Desde hace tres meses que la vida en Isla Mocha ya no es la misma. La tarde del domingo 6 de octubre del 2013, donde el Cessna 172 piloteado por Mario Hahn se precipitó al mar con sus cinco tripulantes que se mantienen desaparecidos, fue un golpe del que aún sus habitantes no se recuperan. Además afectó uno de sus polos más importantes de desarrollo: el turismo.
El lugar, ubicado a 34 kilómetros de las costas de Tirúa, Región del Biobío, se había convertido en un destino codiciado para quienes buscaban paisajes vírgenes y tranquilidad. Pero el accidente aéreo alejó a los visitantes.
Juan Carlos Paul, único piloto privado que realiza vuelos entre la isla y el continente -el fallecido Mario Hahn era el otro-, señala que el panorama es diametralmente opuesto al del año pasado. "A esta altura del mes realizaba dos o tres viajes al día y había gente esperando reserva. En la actualidad, con suerte hago cuatro recorridos a la semana. Hay mochanos que construyeron cabañas de alojamiento y ni siquiera han podido inaugurarlas por la falta de turistas", relata.
Paul se desplaza desde Tirúa y Lebu. Señala que en la actualidad, el principal trabajo que realiza es transportar abarrotes para abastecer a las cerca de 800 personas que viven en el sector y llevar enfermos a los recintos asistenciales de la provincia de Arauco. "Ha sido un mazazo muy duro para todos. Creo ni siquiera hay un 30% de la capacidad de camas ocupadas, pero hay que seguir y tratar de levantarse", agrega.
Julio Hahn, hijo del piloto de la avioneta que se mantiene desaparecida con sus ocupantes, afirma que han sido tres meses muy difíciles. Además de llevar la tristeza de la pérdida de su padre, debe mantener el negocio relacionado con el turismo. "Nos vemos más perjudicados, porque tenemos una relación más cercana con el accidente, pero han sido tiempos complicados para todos", comenta.
"Esperamos que en febrero la situación mejore. Por lo general, la cantidad de gente aumenta en esta etapa del año. Es la temporada fuerte, se podría decir". Añade que espera algún tipo de ayuda gubernamental para mejorar la precaria conectividad que existe.
Las familia mochanas, comentan que las autoridades no han cumplido las promesas que les han hecho en los últimos años. "Desde que ocurrió la tragedia prometieron que iban a mejorar las condiciones de transporte, pero no ha pasado mucho", señala Andrea Soto, residente.
Además, manifiesta que hace cuatro años que están con la promesa de que sus viviendas contarán con luz eléctrica a partir del gas natural que genera la isla. "Nada de eso se ha concretado. Nosotros ya no creemos mucho lo que nos dicen. Tenemos que seguir viviendo al tres y al cuatro, porque no se puede de otra forma. Acá estamos aislados", expresa.
Además de la arista turística, la salida de las materias primas que extraen los mochanos, también ha disminuido. "Don Mario Hahn nos ayudaba a sacar la carne de jaiba que producíamos y parte de nuestra pesca, pero con su muerte no hay nadie que haga esa tarea", comentó, Eugenio Moya.
Agrega que ellos, en estos momentos, salen a las faenas pesqueras para el consumo familiar y las cosechas de papas y otras hortalizas, no se pueden comercializar. "Esperamos que podamos conseguir algún tipo de ayuda, porque en verano es cuando podemos reunir dinero para pasar el invierno", asegura.
Al alcalde de Lebu, Cristian Peña, se encuentra preocupado por la diminución de la demanda turística, pero asegura que es una situación estacional. Recalca que hay proyectos, los cuales deberían concretarse durante el 2014, que podrían mejorar la situación. "El avión subvencionado debería aumentar sus flujos de vuelo y también las barcazas. Además, ya hay dineros aprobados para mejorar el camino que une el aeródromo con el pueblo", expresa.
Enfatiza que el turismo es una veta que se debe seguir potenciando en Isla Mocha. "Es un lugar único, lleno de mitos e historias. Nuestro desafío es darle a la comunidad herramientas para que puedan postular a fondos de Sercotec, que están destinados para la provincia de Arauco. Nos vamos a recuperar", asevera.