Hay algo que une al mexicano más que sus alegrías; sus desgracias. Es ahí donde se une, organiza y responde como un titán bien entrenado.
No dio tiempo a recuperar el aliento, cuando comenzaron a organizarse: uno atravesó el auto en la calle para cortar la circulación, otro logró una cinta, otro más acordonó el lugar. Los que podían, movían piedras, cargaban cubetas o trepaban sobre los escombros.
Una voz pide agua y decenas de voluntarios consiguen y cargan los pesados garrafones que derraman sobre los escombros para que el líquido se filtre entre las piedras. Junto a él una estudiante vocea los insumos necesarios: "agua, alcohol, vendas, derivados de penicilina…". Poco después, ya hay en la farola una lista con los nombres de los supervivientes rescatados. En caso de terremoto, los mexicanos llevan en el ADN la necesidad de ayudar y saber qué hacer.
Entrada la noche (del martes) no cesó la movilización y lugares como el Parque España o La Cibeles quedaron desbordados de víveres y voluntarios. "Porque somos mexicanos", defiende Mónica Zamora de 35 años. "Es impresionante ver cómo la gente que no se conoce de nada se organiza, ayuda, trae lo que tiene…", señala. Mónica y su hermano César Zamora se organizaron junto a un grupo de amigos y pasaron toda la noche repartiendo tortas y botellas de agua frente a los edificios derruidos. A las cuatro de la madrugada, se dirigieron a Tlalpan.
A esa misma hora Juan Santos y su hija, toman por fin un descanso en la Plaza Cibeles después de muchas horas repartiendo café y pan dulce a los rescatistas.
Más silenciosa pasa la noche Roberta Villegas, tras muchas horas sentada en una banqueta de la calle Álvaro Obregón esperando noticias. Su hijo trabajaba en el edificio reducido a un gigante acordeón que tiene frente a ella. "Hay veces que tengo esperanza, luego decaigo, luego vuelvo a tenerla" dice.
Los protocolos internacionales señalan que deben pasar 72 horas antes de abandonar la búsqueda o dar por muertos a las personas atrapadas en caso de sismo. Sin embargo, terremotos como el de Haití o el de México en 1985 demostraron, que es posible encontrar supervivientes más de una semana después del sismo. Al menos en las primeras horas, en este terremoto, igual que hace más de tres décadas, la organización social superó a la organización oficial.