Ya lo había advertido José Pekerman en la rueda de prensa del lunes: Colombia debía impedir que Neymar, el astro brasileño del Barcelona, pudiese recorrer espacios largos con balón dominado. Porque es cierto, anoche la selección de Colombia necesitaba goles, pero también tenía la obligación de revertir la imagen de una zaga endeble, que sufrió en demasía en su estreno frente a Venezuela.
De ahí la importancia de anular a la estrella de Brasil, jugador -en el papel- mucho más desequilibrante que Salomón Rondón. Fue en la tarea de evitar que Neymar repitiera lo exhibido ante Perú, que la imagen de Carlos Sánchez se agigantó.
El volante del Aston Villa no sólo se convirtió en el principal distribuidor de juego en el mediocampo cafetero, sino que también se dio maña para, al menos por anoche, impedir que los regates y gambetas del ex Santos se hicieran presentes en el estadio Monumental.
Aunque es cierto que Sánchez no estuvo solo en esa labor. Porque ayer, ante los pentacampeones del mundo, también aparecieron Cristián Zapata, Jeison Murillo, Pablo Armero y Juan Cuadrado, irreconocibles en el primer partido.
Fueron ellos cinco, en rigor, quienes lograron que Neymar anoche no fuera más que un espejismo de lo mostrado contra los incaicos. Por si fuera poco, Murillo hizo el único gol, demostrando que lo ocurrido con la defensa cafetera en Rancagua no fue más que una mala tarde.
El malestar del 10 brasileño se acrecentó en la segunda mitad, a medida que transcurrían los minutos y el arco de David Ospina continuaba cerrado para la Verdeamarela.
Esa incomodidad se vio reflejada en los constantes enfrentamientos que protagonizó en el complemento. Primero, con Murillo, al intentar pelear un balón que ya no estaba en juego.
A esa altura del compromiso, el brasileño ya estaba amonestado, tras intentar anotar un gol con la mano, en la primera mitad. Pero la frustración del atacante llegaría a su punto máximo una vez que Enrique Osses diera el pitazo final.
Con el partido ya finalizado, Neymar disparó al arco colombiano, dándole de lleno a Pablo Armero. Murillo, Carlos Bacca y compañía increparon durmente al goleador, desatando una trifulca en medioterreno.
Tras reaccionar, y cuando ya abandonaba el terreno de juego, en la entrada del túnel, Neymar vio la tarjeta roja, con la que arriesga perderse los próximos dos duelos del Scratch. Fue, definitivamente, una noche para olvidar.