La sombra de Lobito
Cumplió su segunda edición el ascenso a Portillo, la antigua etapa reina de la Vuelta a Chile, que aspira a convertirse en Clásica. No estaba Wolfgang Burmann, el ganador del año pasado, sancionado por dopaje. Su ausencia, eso sí, fue un hecho notorio para todos.
Son las 8.30 y el frío cala en lo más profundo de los 400 competidores que ayer se dieron cita en la segunda edición de Gran Fondo Merrell Portillo, en Los Andes. Todos, sin excepción, calentaban sus cuerpos. Todos menos uno, ni más ni menos que el ganador de la anterior edición, Wolfgang Burmann, Lobito, suspendido provisionalmente por la UCI luego de dar positivo por anfetaminas, efedrina y modafinil en un control antidopaje en septiembre pasado. No completó esta vez el mejor ciclista chileno los 84 kilómetros de recorrido ni ascendió los 2.400 metros de desnivel acumulado, especialmente las 25 curvas de la subida Los Caracoles, pero su nombre, o su sombra, se hizo notar durante toda la prueba.
En una de esas temidas curvas, un aficionado sentado en una roca espera la llegada de los corredores. Cuando aparece el primero, el señor lo suelta: ''Ahí llega el primero. Viene rajado ese animal, debe venir con los glóbulos rojos full, todo pinchado''. Es la sospecha inevitable que cala en la gente, el comentario, quizás desde el desconocimiento, que sale del escepticismo. Lobito ha contribuido a la duda.
El ciclista al que se refería el hombre es el chileno Édison Bravo, finalmente ganador indiscutible de la competencia y quien el sábado participará en el Mundial de Hong Kong de Pista. Después de cruzar la meta y posar para un par de fotos, habla sobre el delicado tema: "Lo de Burmann me parece mal. La verdad es que fue una sorpresa para todos. Es duro. Me han tocado compañeros con doping y quedan realmente solos. Nada quita entrenar el doble, pelarse el culo en la mañana, tarde y noche para mejorar".
Pedro Durán, miembro del equipo BMC al que pertenece ahora Wolfgang, abunda en el asunto: "Un deportista chileno que está compitiendo en el alto rendimiento internacional no soporta un entrenamiento tan intenso, todos los días, a cada hora. Entonces, ¿qué hace?. Se mete sustancias (hace el gesto de una inyección en el brazo) que lo ayuden a mantenerse en el peak del nivel. No hay otra forma. Es una situación muy delicada. Está mal, porque es un deportista que les debe dar el ejemplo a los más chicos. ¿Qué ejemplo les estás dando a quienes sueñan con estar en lo más alto?".
No todos se atreven a hablar. Muchos de los ciclistas consultados huyen de pronunciarse. Sí lo hace Gonzalo Aravena, castigado en 2011 con dos años fuera de las pistas por consumir nandrolona. El ciclista, quien ayer también compitió, se cuadra con Burmann y pide clemencia: "Se echó de menos a Lobito. Era el principal rival del ganador de la carrera. Yo creo que no hay que sentenciarlo. Todos en la vida debemos tener dos oportunidades. En mi caso, yo le rescaté el lado positivo. Seguí entrenando como de costumbre y aproveché de estar con mi familia y de disfrutar lo que, por el ciclismo, uno deja de lado".
Respecto de lo dañada que está la imagen del ciclismo por estas situaciones, Aravena acude a la vieja cantinela de los agravios y de que el profesor le tiene mala: "Existen temas de dopajes en todos los deportes, pero en el ciclismo se le da mucho mayor auge. Está más expuesto en este tema, pero a nivel mundial otros deportes son los que van liderando la lista de dopaje, por ejemplo".
Los ganadores
En el plano inmediato, en tanto, Édison Bravo celebró una victoria clarísima, con un tiempo de 3.04'24", seguido por Cristóbal Silva (a 1'18") y José Manuel Gutiérrez (a 1'23").
En la competencia femenina se impuso mucho más estrechamente Viviana Sáez, con 3.37'29", apenas nueve segundos menos que Nicole Espinoza. Mucho más lento anduvo Florencia Marinovic (a 2'39").
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