El Global Teacher Prize viene a ser una suerte de Nóbel para los profesores. Este domingo, en una ceremonia realizada en Dubái, la tercera versión premió a Maggie MacDonnell, maestra canadiense que se desempeña en Salluit, una comunidad esquimal en Quebec.

Según el jurado, la principal razón para que MacDonell se llevase el galardón, además de un millón de dólares para proyectos educativos, fue que está "cambiando la vida de sus estudiantes y transformando a su comunidad".
Vikas Pota, director ejecutivo de Varkey, fundación que organiza el certamen, explicaba horas antes de conocerse la decisión que buscaban "grandes historias". Un requisito que cumplía a cabalidad MacDonnell.
Y es que en el pueblo remoto del Ártico, donde lleva seis años impartiendo clases, la maestra ha tenido que lidiar con una gran cantidad de abusos sexuales, embarazos adolescentes, problemas con drogas y, acaso lo más preocupante, altas tasas de suicidios adolescentes. En esa línea, la canadiense asegura haber sido testigo de, al menos, diez decesos. "Como profesora, cuando llego a la escuela al día siguiente de un suicidio, hay un asiento vacío en mi aula donde impera un silencio vital", aseguró.
La profesora, que subió a recibir el premio acompañada de uno de sus alumnos, creó un programa de formación social para los estudiantes, buscando evitar más tragedias, y fue enfática al señalar que "no he ganado esto por ellos, sino con ellos".

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