El ex Presidente de Estados Unidos George W. Bush fue visto durante años como el principal enemigo en el mundo árabe. Sus discursos, su política exterior y toda su gestión eran objeto de burla y críticas interminables entre los árabes.
La población sentía en la región que la "guerra contra el terrorismo" declarada por Bush poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington estaba en realidad dirigida contra el islam, sobre todo después de las invasiones de Afganistán e Irak.
Por eso, cuando un periodista iraquí le tiró sus zapatos a Bush en un momento en que éste estaba a punto de dejar el cargo, el ataque fue celebrado como "el mejor beso de despedida de la historia" desde Marruecos hasta el Estrecho de Ormuz, donde abundaban los videojuegos que reproducían la famosa escena del "zapatazo".
Las primeras señales de distensión se vieron con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y sus promesas de un "nuevo comienzo" durante el discurso dirigido al mundo árabe que pronunció en El Cairo en 2009.
Una encuesta recién realizada por el Instituto Arabe-Americano en seis países de Cercano Oriente refleja sin embargo que sigue habiendo hostilidad hacia la política de Estados Unidos. Y la popularidad de Obama en la región ha caído al 19% o menos. En los últimos tiempos se critica a Washington por no haber tomado una posición clara frente a la ola de protestas de la "primavera árabe".
"Los intereses de Estados Unidos dominan su percepción del desarrollo de la región", dice Abdel-Bary Taher, un analista político yemení. Se trata del petróleo, la lucha contra Al Qaeda y las relaciones con Israel, resume Taher esos factores.
En Egipto se criticó a Obama por su tardío apoyo a los manifestantes democráticos que barrieron a Hosni Mubarak del poder. Muchos activistas acusaron a Estados Unidos de decantarse muy tarde por la parte a la que iba a brindar su apoyo. Asimismo, tampoco fue bien visto que Washington no cambiara hasta hace poco su posición respecto a la represión en Siria, después de haber pedido durante mucho tiempo únicamente reformas al presidente Bashar al Assad. También en Yemen se acusó a la Casa Blanca de no apoyar a la población por no dejar caer al presidente Ali Abdullah Saleh.
"Estados Unidos creía que Saleh era su aliado en la lucha contra el terrorismo, pero él en realidad los engañaba para mantener su apoyo", sostiene Taher.
Los yemeníes creen que la administración Obama tiene la posibilidad de presionar a Saleh para que deje el poder, dice el analista. Y también consideran que Washington puede conseguir que Arabia Saudita se vuelva contra el presidente yemení tras seis meses de crisis.
"Pueden presionar a Arabia Saudita para que deje de impedir una solución política y una transición democrática en el país", agrega Taher.
Pero sobre todo el conflicto de Medio Oriente es uno de los factores claves para la percepción de Estados Unidos en la región. Obama creó la expectativa de una pronta solución, pero nada ocurrió. Ahora, la aprobación de la política estadounidense en el mundo árabe es incluso menor que al final del segundo mandato de Bush.