Por primera vez en medio siglo los cubanos podrán ver legalmente una televisora extranjera en sus hogares. Este domingo el canal financiado por el gobierno venezolano Telesur comenzará a transmitir en la isla en tiempo real.

Hasta ahora solo se presentaba una pequeña selección de programas de la emisora, especializada en noticias de Latinoamérica.

El gobierno cubano ha sido muy celoso con el control de los medios, en particular los televisivos. Ni siquiera Washington, con todo su potencial tecnológico, logra que sus ondas de TV lleguen a la isla, a pesar de que gastan decenas de millones de dólares en ese objetivo.

Sin embargo, en Cuba nada es lo que parece y lo cierto es que ese control tampoco resulta tan estricto. Miles de antenas satelitales clandestinas y cientos de bancos de video legales abastecen a los cubanos de lo último en películas, series y programas de deportes.

Para ponerse a la altura de semejante competencia la TV cubana multiplicó el número de canales y comenzó un pirateo masivo de documentales, series y filmes de EE.UU., país que nada puede reclamar debido a las tirantes relaciones que mantiene con Cuba.

Gracias al embargo

En general la TV cubana era bastante politizada y aburrida pero desde hace unos años se propusieron contrarrestar la presencia de las antenas satelitales y de los bancos de video. Pasaron de dos a cinco canales y ampliaron su horario al punto de que hay programación las 24 horas.

Siempre se había visto cine y dibujos animados de EE.UU. porque el Embargo Económico exonera a Cuba de pagar derechos de autor, un pequeño beneficio que ahora aprovechan al máximo "pirateando" películas, series, programas deportivos y documentales.

Discovery abastece a los canales cubanos de documentales, mientras que Disney proporciona los dibujos animados para los niños. HBO y otros colaboran con los filmes y series como Dexter, Revanche, Mentes Criminales y el Mentalista, entre otras.

Los programas estadounidenses son solo superados en audiencia por las telenovelas brasileñas que siguen ocupando el horario estelar de la televisión.

Los cubanos ponen a sus hijos los nombre de los personajes y se dan nuevos significados a las palabras, a los restaurantes privados se les llama "paladares" por una telenovela de Brasil.

TV clandestina

Las antenas satelitales llegan clandestinamente desde Miami y entran al país pagando generosas recompensas para que los funcionarios aduanales miren hacia otro lado.

Ya hay miles en todo el país, se esconden en palomares, tanques plásticos de agua, etc.

Su influencia se multiplica porque muchos propietarios han creado redes de cable hacia los televisores de sus vecinos, así una antena puede llegar a casas ubicadas en varias manzanas a la redonda, el costo mensual del servicio no excede los US$10 al mes.

Estas antenas transmiten la programación de EE.UU. que incluye varios canales en español, algunos de Miami, donde el tema cubano siempre está presente. Los preferidos la isla son las telenovelas, los deportes, las noticias y los programas humorísticos.

Prácticamente el único canal de los EE.UU. que no se puede ver hoy es TV Martí, paradójicamente diseñada por Washington para penetrar en Cuba.

Desde que inició sus transmisiones, barreras electrónicas impiden que su señal llegue a la isla.


El sistema bancario

Inicialmente los "bancos" eran un lugar donde se podía alquilar un video, primero fue el formato betamax, después VHS, más tarde DVD y en la actualidad uno llega con su disco duro y se lo lleva cargado de películas, dibujos animados y series.

En una página web Rosa ofrece una temporada de cualquier serie por solo US$1, Miguelito vende cada capítulo por US$0,08, Rafael es un poco más caro pero los lleva domicilio, mientras Abelito ofrece filmes en HD por solo US$0,40.

Cada uno de estos bancos tiene cientos de películas y capítulos de series, la mayor parte bajados de internet por sus familiares en Miami o por personas en Cuba que trabajan en empresas, hoteles, universidades, etc., con conexiones de banda ancha a la red.

Curiosamente esto es tan legal que incluso se venden películas pirateadas en los portales de las casas sin que nadie pregunte su procedencia. Sin lugar a dudas, a pesar de las restricciones, los cubanos están muy al día en lo que respecta a la televisión.