Empate que valió una clasificación

Chile se jugaba ante Camerún la opción de avanzar a octavos. Logró una igualdad que le permitió dejar en el camino a los africanos.

23 de junio de 1998. Stade de la Beaujoire de Nantes. El escenario es el Mundial de Francia. Chile y Camerún se juegan el paso a los octavos de final. Las combinaciones permiten que sólo uno avance. El que gane supera la fase de grupos y dependiendo del resultado del partido paralelo entre Italia y Austria, un empate le sirve a la Roja.

"Tenían algunos jugadores buenos, pero la calidad nuestra siempre fue mejor. Donde marcaban diferencias era en lo físico, pero nosotros podíamos contrarrestarlo con fútbol", detalla, a modo de introducción, Nelson Acosta, entrenador de ese Chile. El Equipo de Todos se encontró con un rival del que tenía poca información. Los Leones Indomables sacaban escandalosas ventajas en torno al físico. Fue un rival duro de principio a fin.

"En general era un equipo muy físico, no con tanta táctica, pero técnicamente buenos, con buen juego aéreo. Su biotipo era muy grande, si el más chico era como Margas. Eran muy rápidos, muy potentes y eso nos afectó", relata Ronald Fuentes, indiscutido en todo ese proceso. "Estuve en la banca. Sí fue un partido muy físico. Golpearon mucho", aporta Luis Musrri.

Pero increíblemente Chile abrió la cuenta: Iván Zamorano es derribado al borde del área, José Luis Sierra pide el balón y lleno de confianza saca un zurdazo que se cuela en el ángulo. Nada pudo hacer Jacques Songo'o. "Lo vi a la distancia con mucha alegría porque estaba muy complicado. Si no era por ese gol creo que no teníamos opción de pasar porque fueron superiores", revela Fuentes.

La Selección aguantó como pudo la ventaja. "Buscaron harto el fútbol directo a través de las pelotas largas, pero Pedro (Reyes) y Javier (Margas) se las arreglaron bastante bien", detalla el actual director deportivo de la U, quien confiesa: "En el gol que le anulan a Mboma, me gana de forma legal". De todas formas, Camerún logró el 1-1 a los 55'. La igualdad, a esa altura, le servía a Chile, aunque Fuentes dice que nunca se enteraron de lo que ocurría en el partido paralelo. "Nos quedamos en la cancha para saber cómo había terminado, ahí supimos que clasificábamos", dice. Y claro, el 2-1 de Italia sobre Austria y el 1-1 de la selección chilena con Camerún le permitían a la Roja cerrar su participación en el Grupo B con 3 puntos, gracias a tres igualdades.

Tras 16 años, Chile volvía a jugar un Mundial y lograba avanzar a la ronda de los 16 mejores. El emparejamiento en octavos ponía a Brasil en el horizonte, una bestia negra que acabó con el sueño planetario de la Roja.

Más indomables que nunca

El Equipo de Todos dominó, pero no pudo traducirlo en goles. Sobre el final, el equipo de Eto'o y Mboma amargó el sueño.

26 de septiembre de 2000. Estadio de Fútbol de Sydney. El escenario son los Juegos Olímpicos. Chile y Camerún se miden por las semifinales del torneo. La Roja llega a ese duelo tras haber ganado su grupo, el que incluía a España, y barrer en cuartos de final con Nigeria por 4-1. Resta sólo un paso para asegurar una medalla. Al frente, un rival africano de temer, que en la ronda previa se ha sacado de encima nada menos que de Brasil.

"Con algunas diferencias entre sí, los dos Camerún que enfrenté no eran muy ordenados en lo táctico. Ése fue el mensaje a los jugadores en los dos partidos. Así lo comprobamos en Francia y luego los consejos en Sydney apuntaron a eso", rememora Nelson Acosta, DT de ese equipo.

Rafael Olarra, indiscutido en la cita de los anillos, añade: "Fue un partido que se nos mostró favorable desde el principio. Ellos contaban con jugadores destacados, como Mboma y Eto'o. De mitad hacia arriba eran un equipo muy potente". El Flaco tiene razón. Chile dominó buena parte del duelo. "Eran muy fuertes, físicamente superiores a nosotros, lo sabíamos. Pero confiábamos en nuestro juego", agrega Francisco Arrué, presente también en Australia. "Acosta en ese momento nos habló de sus fortalezas físicas, que iba a ser complejo si echábamos a correr una pelota. Nos ordenó asociarnos, hacer paredes, jugar a sus espaldas, cosas que ellos no sabían cómo resolver", aporta Rafa.

Con ese protagonismo, la Roja encontró el gol a poco del final: minuto 78, Chamagol González se va solo contra el arco camerunés, define de derecha, el arquero repele y el rebote le pega a Abanda, zaguero africano que manda la pelota en contra de su arco. 1-0 y Chile está a 12 minutos de disputar la medalla dorada. "Nuestro gol fue bien avanzado el segundo tiempo, pero para mala suerte tuvimos esas dos jugadas lamentables al final y no pudimos seguir con el sueño", recuerda Olarra. El ex defensa se refiere a los minutos 84 y 89. La historia sucedió así: el empate llegó luego de un córner en que Chile nunca pudo despejar la pelota, y Mboma sacó un remate imposible para Tapia. El destino se ensañó con la Roja: Pablo Contreras cometió un dudoso penal y Lauren lo transformó en gol un minuto antes del final. "Fue frustrante", sentencia Arrué.

Chile había hecho una gran campaña, pero en cinco minutos todo se fue a la basura. O casi todo, pues tres días después la Roja se quedó con el premio de consuelo al ganarle la definición por el bronce a Estados Unidos. Pero esa es otra historia. La del 26 de septiembre de 2000 concluyó con triunfo de Camerún, a la postre campeón olímpico.