Fue en la noche de un 4 de julio, en pleno invierno de 1999, cuando unas 1.650 familias organizadas decidieron entrar, sin autorización, en un terreno baldío ubicado entre las avenidas José Arrieta y Tobalaba, de la comuna de Peñalolén, en Santiago.
Eran 24 hectáreas, pertenecientes al empresario Miguel Nasur, donde se llegaron a congregar más de nueve mil personas que exigían una solución habitacional. Así comenzó la historia de la llamada "Toma de Peñalolén", unas de las ocupaciones más grandes del país y cuyos entretelones llegaron incluso hasta la Corte Suprema.
Ese espacio de tierra, que en el pasado estaba cubierto por chozas y mediaguas, vive hoy un proceso de cambio: a la recién inaugurada equipación deportiva (que se utilizó para los Juegos Suramericanos), se suma el Parque Peñalolén, un gran espacio verde donde se emplazarán un sector temático dedicado a las culturas autóctonas -denominado Centro Ceremonial de Pueblos Originarios- y un Ecoparque, destinado al reciclaje.
"Los pobladores de la 'toma' aceptaron irse con la condición de que el lugar tenía que ser un parque. Y como en Peñalolén hay gran población perteneciente a culturas originarias, trabajamos con ellos para crear un espacio de reunión y abierto a la comunidad", cuenta la actual alcaldesa de la comuna, Carolina Leitao. Ella, además, designada por el edil de la época, Claudio Orrego, fue quien, en 2005, dirigió el proceso para comenzar a trasladar a las familias de la toma.
UN HITO COMUNAL
Casi 15 años han pasado desde que comenzó la ocupación y siete desde que concluyó. Como explica Patricio Escobar, ex jefe de la Secretaría Comunal de Planificación y actual administrador municipal, "los trabajos nos han permitido tener muchas mejoras en el sector. Entre ellos, se abrieron las calles Jorge Alessandri (foto superior), que pasa por medio del parque, y Volcán Antuco, por un costado, ayudando a descongestionar el tráfico de la zona. Además, los vecinos han mejorado la calidad de vida, porque hoy tienen un parque al lado".
Un breve recorrido por el lugar permite apreciar el nivel de las transformaciones. En 94 mil metros cuadrados se emplazan, actualmente, un skate park y la infraestructura deportiva utilizada en los Odesur: el velódromo, la pista de BMX (bicicross), una cancha de tiro con arco y una cancha de vóleibol playa. Según la municipalidad, para estos proyectos se destinaron $ 15 mil millones.
También se pueden observar los terrenos donde estará el Centro Ceremonial, en la punta de diamante, de 42 mil metros cuadros, que se forma entre las calles Jorge Alessandri, José Arrieta y Sánchez Fontecilla y que hoy luce limpio, desmalezado y con una lagunilla en su interior. Este proyecto busca financiamiento en el gobierno regional para comenzar su construcción a principios del próximo año.
El Ecoparque, en tanto, se emplazará a un costado de la entrada al skatepark y comenzará con la construcción de un proyecto piloto durante este año, en asociación con la Universidad Adolfo Ibáñez. Se estima una inversión superior a los $ 4.500 millones.
LA EVOLUCIÓN
La entrada de las familias a los terrenos de Nasur marcó el inicio de un conflicto social y político que se alargó durante años.
Como explica la alcaldesa Leitao, "en un principio las autoridades se opusieron a comprar el terreno". La negativa, dice, se fundaba en que "si cada vez que se tomaran un terreno se lo íbamos a comprar al propietario, dábamos una mala señal para que (las "tomas") siguieran pasando", cuenta.
Sin embargo, el Ministerio de Vivienda expropió de todos modos durante 2005. El titular de la cartera de la época, Jaime Ravinet, explica que el problema radicaba en que "si expropiábamos para viviendas y no para equipamiento deportivo, el valor del metro cuadrado en la tasación significaba una plusvalía muy grande para el propietario. La idea siempre fue, en el plan regulador, convertir eso en un parque, con instalaciones deportivas que beneficiaran a toda la comuna".
Por el terreno, el Fisco terminó pagando más de $ 12 mil millones, luego de un fallo de la Corte Suprema en 2010, que zanjó la demanda entablada por Nasur a propósito de la expropiación.
La mayor parte de las 2.700 familias que llegaron al lugar se trasladaron de la "toma" entre 2006 y 2007, en su mayoría a conjuntos habitaciones de Peñalolén, conocidos en su momento como casas "chubi" (por lo colorido de sus fachadas). Otras, se radicaron en La Florida y Puente Alto.
Con el traslado, ese sector de la comuna comenzó a tomar un nuevo cariz. "No tengo las cifras, pero bajaron los incidentes, el lugar se desconcentró", explica la edil.
Los vecinos también reconocen esta mejora. "Ya no se ven jóvenes tomando ni fumando en las plazas como antes", dice Lucy Baltierra, quien vive en el sector desde hace 25 años.
No obstante, otros vecinos no están conformes con el parque. Jaime Araya, dueño de un almacén en Av. Consistorial, cree que la infraestructura deportiva no fue suficiente. "El parque me parece bien, por el pulmón verde que le da a Peñalolén, pero mal porque hay cosas en la cuales se invirtió, como el velódromo, y que no las ocupa nadie. Sacaron las canchas de fútbol que habían ahí y ya no hay un lugar como ése dónde ir a jugar fútbol en la comuna", opina.
Aún residen en un campamento emplazado en sector oriente del terreno, cerca de 220 familias, de las cuales, más de la mitad se traslada a fines de este año a poblaciones sociales de Los Avellanos y Los Espinos, en la misma comuna.
"Eso va a marcar un hito en este proyecto, porque lo que queda será un trabajo de uno a uno", afirma la alcaldesa, dando fin al largo proceso de salida de las familias del terreno y donde en poco tiempo más se construirá el mayor espacio de áreas verdes de Peñalolén.