Este texto lo escribí a modo de relato de lo que yo viví y pude ver la noche del jueves durante el concierto de Doom en Santiago. Hay varios hechos que no tengo claro y por eso preferí omitir, como el uso de corriente por parte de la seguridad del show, entre otras cosas. No busco enjuiciar a nadie, sólo narrar los hechos desde mi punto de vista, debido a lo chocante y triste que fue esta negra jornada para todos los amantes de la música y los conciertos. Espero que se lea de esta forma y ayude un poco a entender qué sucedió anoche, permitiendo el debate y la reflexión sobre los hechos.
Lo que sucedió es algo nefasto y sumamente triste, pero a nadie le parece extraño, ni fuera de lugar; pasó algo que pudo haber sucedido hace muchos años y que por suerte no había ocurrido antes. Hoy lamentablemente sucedió y nos deja a todos con un dolor tremendo en el pecho, incluso teniendo la suerte de no haber perdido ningún amigo cercano.
La premisa de esa noche era que por primera vez se presentaba Doom en Chile, banda pilar del punk, crust, power violence y del anarco punk, pioneros en hacer de este sonido algo un poco más oscuro y lento en algunos casos. Para muchos fans del género esta era la oportunidad de poder ver a esta mítica banda inglesa, sin embargo, desde un principio este show no iba estar exento de varias polémicas.
El punk es un género complicado, un público inconformista que siempre va querer llevar la contra por lo que sea, aunque la entrada sea irrisoriamente barata, como para el show de Los Crudos donde $ 5.000 para algunos parecía un exceso y un lucro, pensando en los ideales libertarios de la banda, dando como resultado un concierto que fue interrumpido por los gritos del público contra la banda por ser poco comprometida políticamente, un local destrozado, Bellavista con pequeñas barricadas en varias partes, autos de gente que pertenece a la misma escena y los utiliza para llevar equipos destrozados, y un largo etcétera de hechos absolutamente innecesarios.
"¡POLICE BASTARD!"
La noche del jueves mostraba un ambiente denso. Llegué al lugar tipo 21:30, las puertas se abrían a las 22:00 hrs. Los organizadores miraban a las 300 personas que estaban en la calle, bebiendo y conversando mientras esperaban el inicio show. Todo parecía normal, cerveza, amigos y conversaciones sobre música, muchas risas y ansias por el concierto. Así, hasta que un grupo de siete pacos se acerca al lugar para chequear los permisos del local, entre otras cosas. Inmediatamente se escuchan algunos silbidos y comienzan a caer las primeras botellas hacia ellos con el grito "¡Police bastard!", frase sacada del tema insigne por excelencia de Doom. Entre insultos, botellas, palos y piedras logran sacar del lugar a la policía. La gente celebró esto como un pequeño triunfo, y es en este momento cuando una treintena de punks vio esto como la oportunidad de generar la tan esperada avalancha (la cual había sido anunciada por Internet) y de esta forma poder entrar gratis, sin pagar el concierto. La masa empezó a empujar la reja, de a poco, cada vez con más fuerza; la seguridad del local -acostumbrada y preparada para este tipo de eventos- respondió con igual violencia, utilizando palos y bates para contrarrestarla. Sin embargo, estos se veían sobrepasados por el número de personas, quienes ya eran más de 100. Incluso, algunos con entrada en mano se encontraban haciendo presión para entrar.
Casualmente, unos minutos antes de que esto sucediera, conversaba con un amigo sobre el local, creíamos que era un lugar peligroso para un show como éste: un subterráneo con una escalera angosta, con varias vueltas; en caso de una avalancha era fácil quedar atrapados y ser golpeados por la seguridad. Sin embargo, como muchas veces pasa, la masa no mide el riesgo de estos actos y la valentía en grupo (o, mejor dicho, la falta de sensatez) es mayor y comenzaron a ejercer presión, cada vez con mayor intensidad, hasta que finalmente un grupo de 200 personas quedó completamente atascado en el lugar. Por otra parte, la seguridad resguardaba de forma sumamente violenta el concierto, no dejando pasar a la masa utilizando palos y bates para repelerlos.
MUERTOS Y DESCONTROL
Desde afuera se veía tétrico el panorama, la avalancha no avanzaba y el público gritaba, aplastados por ellos mismos, cegados con la intención de entrar como fuera para ver el espectáculo. Es en ese momento cuando se escucha el grito de una mina que dice de manera desconsolada "¡Hay un hueón muerto adentro, murió un hueón adentro!". Con mis amigos, impactados e incrédulos, nos miramos inmediatamente, pensando que esta era una excusa o una mala broma. Pero el panorama era serio y negro, la gente no salía del lugar y se escuchaban cada vez más gritos, gente sin aire se estaba desmayando y nadie hacia nada. Comenzaron a salir de a poco personas del lugar y algunos estúpidos, sin entender lo que sucedía, seguían insistiendo con entrar. Es ahí cuando veo que sacan a una persona completamente asfixiada, con su cara morada, y todo se pone cada vez más tétrico y terrible. Me acerco a ver quién era el afectado e inmediatamente comienzan a sacar cuatro personas más, a las cuales les estaban haciendo respiración boca a boca. Los organizadores, perturbados, abrían paso entremedio de la masa para parar taxis, mientras llantos y gritos se escuchaban por todos lados. Al parecer había dos muertos ya y nadie sabía la cantidad de heridos. A medida que pasan los minutos, aparecían más cuerpos sin aire, con sangre en la boca, ojos y nariz. Era macabro, como las imágenes de "Cromagnon" en Buenos Aires hace una década, el miedo y la desesperación era reinante en el lugar. La gente -incluyéndome- no podía creer lo que sucedía, había personas muertas y otras graves tiradas por toda la vereda de Alameda; algunos trataban de parar taxis, mientras otros llaman intensamente al 132. La impotencia era tal, que un grupo paró una micro y bajan a los pasajeros para subir a más de tres o cuatro heridos rumbo a urgencias. El panorama era cada vez más aterrador, nefasto, seguían saliendo personas heridas, con fracturas expuestas y varios de los que permanecían inconscientes no reaccionaban. Todos los presentes en el lugar veíamos cómo un concierto se trasformaba en una masacre causada por sus propios asistentes y organizadores.
SIGUE EL SHOW
Minutos después comienzan a llegar más de siete ambulancias del SAPU, un carro de Bomberos e increíblemente el show continuaba adentro: la banda Elektrozombies no había dejado de tocar y el público asistente abajo no sabía nada de lo que sucedía arriba, hasta que algunas personas, preocupadas por sus amigos, comenzaron a bajar en busca de respuestas y a salir junto a ellos. Esta falta de empatía de parte de las bandas (Doom alcanzó a tocar un par de temas) y de la gente de la organización, generó un descontento aun mayor afuera, donde grupos empezaron a romper el local y a hacer una barricada afuera de éste. Lo que terminó en una disputa entre los asistentes, ya que muchos aún tenían amigos dentro del local y el fuego estaba bloqueando la única salida del subterráneo. Las disputas eran cada vez mayores, mientras ya casi todos los heridos y muertos habían sido llevados a la Posta Central. Pese a todo esto, la banda no dejaba de tocar, mientras botellas, piedras y palos eran lanzados, y las rejas eran sacadas por punks iracundos. Los asistentes que lograban salir del local tenían que esquivar los proyectiles y algunos palos con fuego, que ya estaban cerca de las escalas donde había sucedido la tragedia. Finalmente, Fuerzas Especiales llegó al lugar y desalojó rápidamente la calle, posteriormente interrumpiendo en el concierto entremedio de agresiones de punks a la policía y entre ellos mismos. Este 16 de abril sería un día negro marcado por la muerte, la irresponsabilidad y la falta de conciencia.