"¡Esto es fútbol!", gritaba reiteradamente, de banca a banca, Martín Lasarte. Universidad de Chile acababa de empatar el partido ante The Strongest. Quedaban 18 minutos, y el DT azul se descargaba contra su colega al mando de la cabina local. El problema fue que Machete se olvidó de ponderar que su equipo es una caja de Pandona, un cuadro de equilibrios precarios -cuando logra cierto equilibrio, por cierto-, y que se ha convertido en la epítome de la Ley de Murphy. Así, los azules terminaron cayendo 5-3, con un cuarto gol de los paceños que cayó cuando el adiestrador charrúa aún le dedicaba el empate a Néstor Craviotto. Así, los laicos siguen viendo como, inexorablemente, su semestre se termina de ir a la basura.
Lasarte tuvo un momento de ilusión. Al igual que los hinchas azules. Pudo hacerlo, porque el gol de Leandro Benegas y los diez minutos posteriores, durante el primer tiempo, le dieron argumentos al entrenador y a sus huestes, para pensar que -por fin- levantaban un poco la cabeza, y en la altura de La Paz parecían encontrar un poco de oxígeno para limpiar la cabeza y ordenar las ideas.
Pero, en los descuentos del primer tiempo, se acabó ese oasis generado por Benegas, su gol y otras dos ocasiones que tuvo. Con cabezazo de un desmarcado Germán Centurión, el entretiempo señalaba 1-1.
Tras la reanudación, el local impuso con claridad sus términos. En seis minutos, desequilibró. Y antes de los 70 minutos, caía por goleada, en medio de una defensa azul que tiraba mal el achique. Bastaba una desconcentración para que Johnny Herrera tuviera que demostrar que viene recuperando su nivel. El arquero era figura porque, cada tanto, quedaba mano a mano. Pero ni con una noche inspirada podía evitar una caída aparatosa.
Sin embargo, esta U bipolar, desequilibrada, irregular, de pronto se coordina, saca individualidades -que no le faltan tanto como indican sus resultados recientes-, y es capaz de sorprender. En dos minutos, poco después de que caía por 3-1, es capaz de igualar el duelo.
Claro que así como es capaz de celebrar, un minuto después es incapaz de frenar un balón detenido y quedar expuesto al papelón. Y así, tal cual, fue.
Mientras Machete descargaba su calentura con Craviotto, le embocan el cuarto gol. Luego, más encima, le cobran un penal de que el juez paraguayo Carlos Amarilla finalmente se retractó.Y ni ese golpe de suerte es capaz de aprovechar esta U.
Después, vino otro tanto boliviano. The Strongest, el Tigre, tuvo en la vista del León azul un bocadillo. Matemáticamente, los paceños no eliminaron a los laicos. Pero, en la práctica, el triste momento futbolístico y anímico del campeón vigente chileno no hizo más que quedar expuesto en la capital boliviana, un terreno poco dado a alegrías azules.
La U se vuelve golpeada, vapuleada y con el semestre desechado. Demostrando que la Ley de Murphy se hace carne en ellos y que todo, siempre, puede ser peor.