Felipe Mora no es David Villa, por más que su técnico, Guillermo Hoyos, quiera homologarlo con la figura que vio de cerca en su paso por España. Mora es simplemente él mismo, el ariete que emergió en Audax Italiano, que se consolidó a punta de goles y que, en La Florida, como por esas contradicciones que sólo el destino puede explicar, se transformó en figura clave del triunfo de Universidad de Chile, por 0-3, sobre el equipo que lo formó, aunque, por respeto a la cuna (y no faltará el que cuestione el que le debe a a sus actuales colores), ni siquiera celebró su primer gol, se mostró cauto al festejar el segundo, pero ya no pudo disimular su alegría cuando concretó el hat-trick y sentenció la goleada estudiantil en La Florida.

La U tampoco es el Barcelona, por más que el mismo técnico haya visto alguna vez rendir a Jara como Piqué y a que, seguramente, en el futuro siga empleando tales comparaciones, quizás para incentivar a sus dirigidos.

Lo cierto es que los azules (que  vistieron de blanco, otra razón que los aleja del parentesco con los blaugranas) empiezan a mejorar.A ser el equipo que Hoyos pretende. El que refleje la imagen que grabó en La Masía, y que lo lleva a buscar ahí las referencias que quiere trasladar al CDA.

La U abrió temprano (5') el camino al triunfo gracias al complemento de su nuevo amuleto con Benegas en el primer gol y a la claridad del mismo Mora para aprovechar una asistencia de Leiva en el segundo, cuando recién comenzaba el complemento (47'). Rodríguez habilitó al artillero para el tercero.

Pero no sólo por la inspiración individual. Los universitarios lucieron la solidez que se les reclama en todas sus líneas. Si Johnny Herrera tuvo un domingo relajado fue porque la recuperación partió en la presión asfixiante que ejercieron sobre la salida del equipo de Hugo Vilches. porque en la mitad de la cancha ganaron gran parte de los duelos y porque en la defensa supieron cerrar espacios en las pocas oportunidades que fueron exigidos. Audax, en rigor, prácticamente no llegó. Ni Carrasco, ni Drocco ni Vallejos lograron sacarle partido a su habilidad y velocidad. El ingreso de Riquelme, en la segunda etapa, recién vino darle un poco de volumen de ataque.

En la generación ofensiva la U también mostró claridad. No tiene a Iniesta,aunque Hoyos conserve el derecho a imaginarlo, pero las virtudes de Lorenzetti o el empuje de Espinoza y Reyes, pueden brindarle soporte a un trío ofensivo que funcionó bien y que se desarmó por la lesión muscular que obligó a Benegas a salir anticipadamente de la cancha.

Y tiene en Pizarro, quien ingresó en el segundo tiempo, y sí puede considerarse parte del selecto círculo de los grandes por sus pasos por importantes clubes europeos y también por la Selección, a otro elemento que debe aportarle destellos de calidad que pueden prolongarse en la medida de las posibilidades físicas del Fantasista.

La U todavía no está cerca de los niveles galácticos en los que se proyecta su estratega. Los que, quizás, sueña alcanzar alguna vez. Pero va mejorando. Crece en el juego y en la tabla, donde vale, por más que Rodríguez haya perdido un penal. Y, sobre todo, se la cree. En su Piqué, en los que vendrán después y, sobre todo en su propio Villa, al menos, recupera la ilusión. Golea y sueña.