La sala de juegos del CDA tiene una mesa de pool, un televisor y varios jugadores, pero ninguno se divierte. En ese lugar, un grupo de cadetes de la U se reúnen para una charla sobre un proyecto académico. De eso les hablan dos alumnos de la Universidad de Chile y miembros de un programa del club y la casa de estudios, para acercar la pelota a los pupitres. Porque, a través del acceso gratuito de jóvenes jugadores al preuniversitario de ese plantel y del incentivo a ingresar a la universidad, los azules buscan estrechar lazos con su historia y dar herramientas a chicos que, en su mayoría, no serán futbolistas profesionales.
"Sabemos que muchas veces están cortos de tiempo o cansados. Pero también les hemos dicho que este campo es complicado, que deben ser los mejores y que una lesión les puede costar la carrera. Y la idea es que tengan una carta bajo la manga", dice Layar Silva, estudiante de Derecho de la U. de Chile, ante 25 adolescentes mirando fijamente.
La relación de la U con el mundo estudiantil es tan importante que, en 1927, fue fundada por la fusión de tres cuadros de alma académica: el Club Atlético Universitario y Club Náutico Universitario, relacionados a la U. de Chile, y el Internado Football Club, vinculado al colegio Internado Nacional Barros Arana. Y este año, con nuevas medidas, el club respondió a las críticas de que Azul Azul distanció al equipo de la universidad.
En enero de este año se formó el área de educación del club, que suministra reforzamientos a cadetes desde la Sub 12 hacia adelante y ha logrado acuerdos para becar jóvenes en la educación superior. Actualmente, dos juveniles estudian con beneficios económicos en la Universidad Santo Tomás y tres en el INAF. Y en abril también comenzó otro plan para que la U haga valer su nombre.
En la configuración del Consejo Azul, que se reúne en asambleas para debatir ideas para la institución deportiva, una parte es la Comisión Casa de Estudios, que une al plantel educacional y al equipo de fútbol. Y dicha instancia propuso la idea de dar facilidades para que los Sub 16, 17 y juveniles se preparen para la universidad junto a la casa laica, además de exposiciones para informarlos e incentivarlos a que se sumen a esos cursos y accedan al plantel de estudios con la admisión para deportistas.
De esa manera, más de 90 jóvenes del fútbol femenino y masculino son el público del proyecto que matricula jugadores en el preuniversitario y les recuerda, con tres charlas semestrales, los beneficios de esa actividad y las postulaciones y plazos de la admisión especial a la entidad que dio su nombre al equipo por el cual juegan.
Siete aspirantes a futbolistas profesionales han asistido este año a los cursos de Lenguaje, Matemática, Historia y Ciencias impartidos por estudiantes de la entidad, que normalmente es pagado pero que los jugadores reciben sin costo. Pero cuatro se fueron a préstamo y, por lo tanto, hoy sólo van tres. Robinson Herrera, arquero de 18 años de la categoría juvenil, es uno de ellos.
"El ambiente es bueno, las clases también y voy cuando puedo. Entreno y voy a clases hasta las 16.15 y el preu es de las 17.00 a las 19.15. Eso me ha ayudado mucho en el colegio y, aunque no estoy muy decidido sobre una carrera, me interesa la publicidad, el marketing y el deporte. Yo creo que sí se podría llevar la universidad y el fútbol", afirma el portero, a quien sus colegas miran sonriendo y bromeando, como si fuera una celebridad, cuando en la exposición es mencionado como alumno.
Giovanni Bustos, delantero de 17 años de la Sub 17, no asiste pero sostiene: "Me gustaría entrar, sirve para prepararse mejor para el colegio y la PSU. Sería interesante hacer educación física, kinesiología. Pero tengo que entrenar, ir al colegio más tarde, y a veces hago horas extras aquí".
"Si Robinson puede, los demás también. Y los conocimientos adquiridos les pueden servir. Además, ellos pueden consultarnos sobre aspectos vocacionales y cómo enfocar la carrera universitaria al deporte", dice Juan Pablo Marambio, estudiante de Derecho y miembro de la Comisión Casa de Estudios del Consejo Azul.
Un mercado acotado
Cuando se habla de fútbol profesional, vienen a la mente sueldos llenos de dígitos y jugadores de primer nivel. Pero esa es sólo una punta de un gran iceberg, ya que pocos se llevan esos millones.
Según Ignacio Asenjo, gerente del fútbol base de la U, 22 o 23 de los 320 cadetes llegarían al profesionalismo, que promueve a dos o tres aspirantes al año. "Es difícil decirle a un jugador que tenga una alternativa. Ellos son jóvenes y quizás a los 22 o 23 años piensen, '¿Por qué no lo hice?'. Y buscamos concientizarlos de que es importante para ellos", sostiene el dirigente.
Tatiana Pérez, jefa de administración de la base, es un ejemplo de eso. Si bien hoy es ingeniera comercial, fue jugadora azul durante toda su vida universitaria.
"Estás todo el día en la universidad y debes rendir, por lo que es importante ser ordenado, responsable y consciente de cuánto hay que empeñarse para cada ramo. Es un desafío, pero todo lo que se hace fuera del fútbol ayuda al desempeño en él", relata Pérez.
"Cada alumno esforzándose con la educación tiene una pizca más sobre los otros. Está comprobado que, dándoles esta nueva iniciativa, el cerebro trabaja de otra forma. Comienzan a entender de otra manera cuando están jugando", explica Aixa Sepúlveda, psicopedagoga y jefa del área de educación del equipo, en el cual reconocen que el proyecto está en una fase pequeña. "Creo que son pocos estudiantes probablemente porque antes no estaban estas alternativas y porque no se dan cuenta de que deben tener un plan B", plantea Asenjo.
Para el club azul, donde es obligatorio que todos estudien y concluyan la Enseñanza Media, el futuro no se enfoca sólo en aumentar la participación en preuniversitarios y las postulaciones a admisión especial. Otro paso a dar es ofrecer becas en la Universidad de Chile porque, en el fondo, la U quiere ser cada vez más universitaria.