La crisis es total y salpica a todos los estamentos del club. Universidad de Chile protagoniza una película de terror en este primer semestre de 2015 y pese a los intentos desesperados de algunos de escribir pronto el final, siempre aparece un nuevo argumento para alargar la agonía.

La derrota de anoche ante Audax Italiano no fue una más dentro de esta campaña desastrosa. No sólo enterró defintivamente las pocas ilusiones que quedaban de pelear el torneo. La caída dejó en claro que ya no hay fuerzas ni intensidad ni deseos en el plantel de revertir el pésimo momento.

Martín Lasarte todavía guardaba esperanzas de una recuperación. Apelaba al amor propio y orgullo del equipo para torcer la situación. Pero recibió un cachetazo. Por eso después del partido ni siquiera quiso dar explicaciones de la derrota. Lo ocurrido en la cancha hablaba por sí solo. No tenía ganas de dar la cara por nadie.

Las bajas individuales son tan evidentes, que incluso hasta los infalibles en el último título, como Johnny Herrera y Osvaldo González, por nombrar algunos, acumulan más errores que aciertos. Y ello contagia al resto del plantel, que no tiene a quien aferrarse en este momento dentro de la cancha.

De aquella promesa de pelear el bicampeonato y la Copa Libertadores, sólo quedan cenizas. Ni fútbol ni ideas parecen existir a esta altura para dar la lucha. Y la palabra fracaso incluso queda corta para evaluar una campaña que arrancó mal desde el comienzo, con decisiones directivas y técnicas desacertadas.

La enfermedad que ha aquejado a Lasarte sin duda que ha sido un inconveniente. Aunque no lo quiera poner como excusa, sus dolores y ausencias en determinados momentos, afectaron a todos. Con el líder en malas condiciones, no hubo quien tomara la posta. El equipo a ratos quedó a la deriva. Y se perdió concentración, clave en la búsqueda de objetivos.

Pero también hubo otros problemas. La venta de Patricio Rubio sin duda que generó un quiebre entre Lasarte y Carlos Heller. El técnico confiaba en la palabra del presidente de Azul Azul de que no se iba a vender a ningún titular del último torneo. La no renovación de Luis Marín también provocó molestia, puesto que obligó a salir a buscar un arquero suplente con el condicionante reglamentario de sólo poder sumar tres refuerzos, y los dardos fueron apuntados al gerente Sabino Aguad, responsable de la negociación.

Para colmo, afuera las cosas están aún peor. Los hinchas más radicales están empecinados en hacerle la guerra a Azul Azul y poco les importa que el equipo termine jugando sin público. Todo sea por recuperar un protagonismo que ya no tienen y sobre todo, una ayuda económica que ya no reciben. Y están dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, sin que nadie haga algo por erradicarlos definitivamente de las canchas.

Así está la U. Fuera del Clausura y cerca de quedar eliminado en la Copa. Con problemas en el camarín y en las tribunas. La crisis es evidente y lo que es peor, no tiene fecha de vencimiento.