El mensaje fue inequívoco: ningún integrante de la directiva de la UDI -que preside Jacqueline van Rysselberghe- asistirá al acto que prepara el ex Presidente Sebastián Piñera para anunciar que levantará una nueva candidatura a La Moneda.

El recado llegó al propio ex mandatario en los últimos días, en momentos en que afina los pormenores de su repostulación, haciéndole recordar los desencuentros que tuvo con el gremialismo en su anterior campaña y que se extendieron a casi la mitad de su mandato.

Fue en octubre de 2009, dos meses antes de la primera vuelta presidencial que lo llevaría a La Moneda, que Piñera debió enfrentar la rebelión de un amplio sector de la UDI en contra de uno de los proyectos emblemáticos de su campaña: la ley que buscaba regular las uniones civiles de hecho de parejas homosexuales.

La propuesta, impulsada por los entonces senadores Andrés Allamand (RN) y Andrés Chadwick (UDI), ambos parte del comando estratégico del hoy ex presidente, enfrentó el rechazo frontal de las filas gremialistas, convirtiéndose en la primera de una larga lista de discrepancias entre los líderes de la tienda de Suecia y el luego jefe de Estado que puso en jaque su administración varias veces.

Asumiendo que en la campaña anterior la UDI no instaló desde el inicio la influencia que consideraba adquirida por ser el principal partido de la centroderecha, Van Rysselberghe y su directiva apuestan a que Piñera dé tempranas señales de que -esta vez- el peso del gremialismo será respetado.

"Hay experiencias aprendidas y creo que la experiencia del término del gobierno de Piñera fue mejor que su inicio. El posible gobierno de Piñera debería empezar mucho más parecido a lo que terminó que a lo que empezó", dijo a Reportajes la presidenta de la UDI al ser consultada por este tema.

Desde que asumió la conducción del partido, la senadora ha concentrado parte importante de sus esfuerzos en relevar el protagonismo gremialista en la nueva aventura presidencial del ex mandatario.

Por ello -por ejemplo-, Van Rysselberghe ordenó adelantar el consejo general de la colectividad del 25 al 18 de marzo, para que la UDI proclame a Piñera candidato antes que RN. Y cuando se vio obligada a reagendar el cónclave, lo hizo al viernes 24 de marzo, un día antes que el de sus socios de coalición, que también proclamarán al ex mandatario.

Pero los planes de la senadora eran más ambiciosos: pretendía que fuera en el consejo general gremialista que Piñera sincerara por primera vez sus renovadas aspiraciones presidenciales al aceptar la nominación UDI.

El diseño de Piñera -sin embargo- choca frontalmente con los intereses gremialistas. El ex mandatario y su grupo más cercano trabajan desde hace unas semanas en un acto simbólico en el que -acompañado de dirigentes de los distintos partidos, pero principalmente de independientes- asuma públicamente el desafío de repostular a La Moneda.

Van Rysselberghe llegó a evaluar prohibirles a los alcaldes UDI facilitar un lugar para la actividad, pero desistió rápidamente al tomar nota de las dificultades que suponía para un edil negar una petición de este tipo al ex mandatario -más aún- cuando lidera las encuestas.

Así, la timonel gremialista optó por restar a los miembros de su directiva del anuncio de Piñera.

Incomodidad de Piñera

Si todo sale según lo previsto -que el ex mandatario oficialice su disposición a principios de la semana del 20 de marzo-, Piñera llegará al ex Congreso, donde se desarrollará el consejo general UDI, para aceptar el respaldo gremialista.

Lo mismo hará al día siguiente en el cónclave de RN, donde conseguiría una victoria clave frente al senador Manuel José Ossandón, quien contaba con que su ex partido lo nominara a él y a Piñera como abanderados.

Las exigencias de la UDI -sin embargo- comenzaron a incomodar en el entorno del ex mandatario, quien ya ha mandado señales de que no alterará sus planes originales bajo ninguna circunstancia.

Desde la fundación Avanza Chile dicen que lo que busca la directiva gremialista "es totalmente fuera de lugar", por ser atemporal: Piñera aún no dice que será candidato, no ha participado en la primaria de Chile Vamos y menos ha ganado la elección como para ponerse siquiera a conversar los términos de la presencia de tal o cual partido en su campaña o su eventual nuevo gobierno.

En su evaluación más íntima de los últimos meses -desde que comenzó a esbozar la posibilidad de repostular a La Moneda a medida que se posicionaba en las encuestas-, Piñera toma nota de que ha puesto su propio capital político al servicio de la centroderecha.

No sólo jugó un rol protagónico en la constitución de Chile Vamos, sino que, además, en las últimas elecciones municipales recorrió el país y respaldó cada una de las peticiones de los candidatos a alcaldes y concejales del sector. Lo propio hizo su esposa, la ex primera dama Cecilia Morel.

"Nuestra voluntad es no tener conflictos con los partidos", dijo un alto miembro de Avanza Chile, que -sin embargo- reconoce que la relación con los partidos en el primer gobierno del ex mandatario ha sido motivo de análisis en reiteradas ocasiones por Piñera, su círculo más cercano y los líderes de Chile Vamos.

Desde que asumió la conducción de la UDI en enero de este año, Van Rysselberghe se puso como objetivo central de su gestión hacer valer el peso específico de su partido en la campaña presidencial y -con mayor énfasis- en un eventual segundo mandato de la centroderecha.

La líder gremialista toma nota de la profunda crisis interna que se desató en la UDI por los casos de financiamiento irregular de la política. Dos de sus líderes más emblemáticos -Jovino Novoa y Pablo Longueira- terminaron envueltos en los escándalos: el primero fue el primer condenado en las investigaciones que lleva a cabo el Ministerio Público y el segundo renunció a su militancia para enfrentar las indagaciones en su contra.

Tras el desempeño electoral en las municipales -que estuvo lejos de "hacer desaparecer" al partido, como se creía en algunos sectores-, Van Rysselberghe se impuso al diputado Jaime Bellolio con un discurso enfocado a la defensa de la esencia gremialista. Y a la cabeza de la colectividad, la senadora no está dispuesta a ceder una línea en este tema.

Dos días después de la primera vuelta presidencial de 2009, en la que Piñera sacó el 44,03% de los votos, lo que lo dejaba a un paso de ganar la Presidencia, el abanderado de la entonces Alianza por Chile tomó una drástica decisión. Marginó de la campaña de la segunda vuelta a las principales figuras de la UDI, en una estrategia para crecer hacia el electorado de centro.

La salida de los personeros gremialistas de la primera línea del comando coincidía con un momento especialmente delicado, justo cuando se comenzaba a discutir en el entorno del candidato la conformación del gabinete, lo que incrementó la molestia en la tienda de Suecia 286, partido que había conseguido ese mismo año convertirse en la principal bancada parlamentaria, con 40 diputados electos.

El alto número de diputados obtenido por la colectividad no fue suficiente para que la UDI asumiera un rol preponderante en el primer gabinete de Piñera. A comienzos de febrero de 2010, el ya electo mandatario dio a conocer a sus principales colaboradores: sólo cuatro de 22 ministros eran militantes UDI. Ninguno de ellos era parte del núcleo histórico de la colectividad, ni parte de los llamados coroneles.

De hecho, la flamante vocera de gobierno, Ena von Baer, había fichado en la UDI sólo dos meses antes de las elecciones presidenciales. Y -para peor- a la cabeza del equipo ministerial Piñera nombró a Rodrigo Hinzpeter, un RN que levantó el concepto de la "nueva derecha", que pretendía precisamente un reordenamiento estratégico del sector, con énfasis en lo liberal.

Esta vez, Van Rysselberghe pretende que la apuesta sea otra.

En las dos reuniones que la senadora ha sostenido con Piñera en las últimas semanas, desde que volvió de vacaciones, la ex jefa regional remarcó el lugar de privilegio que -según sostiene- merece la UDI en un eventual segundo gobierno de la centroderecha. Junto con ello, ha pedido al ex mandatario una relación institucional con el partido, es decir, que cualquier potencial negociación sea encabezada por ella.

En la comisión política del lunes 6 se abordó la posible "relación" e "incidencia" de la UDI en el comando que tendrá que articular Piñera apenas sea proclamado por ellos y por RN.

Si bien los partidos aún no entregan una lista de nombres al ex mandatario, es claro que ya están preparando cómo influirán, quienes los representarán y cómo se constituirá la correlación de fuerzas en el comando de campaña -eso sí- con miras a un futuro gobierno.

El "corazón" UDI

Las aspiraciones de Van Rysselberghe y parte importante del gremialismo es que una futura relación con Piñera -si este asume la presidencia una vez más- sea lo más parecido a los últimos años de gobierno del ex Mandatario.

"Ya fuimos gobierno, hay una experiencia acumulada, los errores cometidos por Sebastián Piñera están asumidos por él, los que cometió la UDI también y, por consiguiente, las conversaciones son en un nivel de confianza mayor", dijo el diputado Patricio Melero a Reportajes, quien fue presidente del partido durante la última parte del gobierno anterior y vivió gran parte de los desencuentros entre el partido y La Moneda.

Un punto de inflexión para el partido en la administración piñerista fue la salida de Hinzpeter en Interior y su reemplazo el 5 de noviembre de 2012 por el ex senador Andrés Chadwick.

Horquillado por varias ofensivas gremialistas en contra de algunas iniciativas del gobierno -entre ellas el proyecto de reforma tributaria con el que el gobierno esperaba financiar la reconstrucción tras el tsunami y terremoto del 27/F-, el entonces mandatario ya daba señales de que el peso de la UDI comenzaba a sentirse en el devenir de su administración desde hace meses.

A comienzos de 2012, las conversaciones entre el entonces timonel de RN, Carlos Larraín, y parte de la oposición, visadas por el ministro Hinzpeter, para alcanzar un acuerdo que pusiera fin al binominal, habían encendido una vez más las tensiones entre la UDI y Piñera.

Los gremialistas, apoyados en el peso de su bancada parlamentaria, lanzaron una fuerte ofensiva para boicotear estas gestiones. Finalmente, Piñera debió aceptar que no seguirían las conversaciones sobre el tema mientras no hubiera primero un acuerdo al interior de la Alianza.

Para marzo de 2012, la distancia entre Piñera y la UDI era de tal magnitud, que Jovino Novoa no tenía reparos en criticar públicamente al gobierno por la falta de manejo político y el abandono, a su juicio, de las ideas centrales de la derecha. "Se ha debilitado a la centroderecha", decía por entonces el coronel de la UDI.

Piñera se vio obligado a firmar un nuevo trato con el gremialismo. Tanto fue el giro, que Larraín dejó de asistir a los comités político de La Moneda, acusando que no se "escuchaba la opinión de RN". El dicho de "RN propone y la UDI dispone" se hizo recurrente en las entonces filas oficialistas.

"Los gobiernos no tienen ni los mismos tiempos ni los mismos intereses que los partidos políticos, son intereses distintos muchas veces. Tienden a coincidir y tienen que tratar de comulgar de la mejor forma posible, pero no siempre coinciden absolutamente. Pero cuando un gobierno toma una decisión, me parece que tiene que estar al alero de la toma de esas decisiones, la mirada de los partidos políticos que al final del día van a tener que hacerse cargo de lo que se decida en ese gobierno", explica Van Rysselberghe.

Los planes de la senadora -en todo caso- no deberían sorprender en el conglomerado opositor. En enero, en su discurso al asumir la presidencia de la UDI, Van Rysselberghe hizo hincapié en que esperaba que las ideas de su partido fueran el "corazón" del próximo gobierno.

El mismo mensaje ha replicado cada vez que se ha reunido con el ex mandatario. Piñera -sin embargo- ha replicado con cautela que "ustedes tienen que entender que un gobierno no tiene un solo corazón, tiene varios, hay más partidos".

Ayer, la UDI tenía programado un consejo programático, donde se consolidó un documento que contiene las ideas del partido para un próximo gobierno. Y no son pocos los que se apuran en aclarar que apenas se pueda, el texto se hará llegar a las oficinas de Apoquindo 3000, las oficinas de Piñera.

Una segunda etapa de su propósito la dará Van Rysselberghe en la negociación parlamentaria de Chile Vamos, donde ya ha estipulado que espera que cada partido tenga su "justa" representación. "El peso político de la UDI no tiene que compararse con el peso político de Evópoli, que es un partido que tiene solo un diputado", ha señalado la senadora.

Uno de los que han tomado nota de la ofensiva gremialista y el costo que ésta puede tener para Piñera en la centroderecha es el senador ex RN Manuel José Ossandón, quien suele referirse al ex mandatario como "el candidato de la UDI".