Hace 197 años Manuel Rodríguez, una de las figuras más carismáticas, populares y románticas de la Independencia de Chile, fue asesinado con un disparo por la espalda por miembros del ejército, mientras caminaba esposado, en las cercanías de Til Til.
Con su muerte, el 26 de mayo de 1818, los que pretendían acabar con su personalidad rebelde y su pasión por los valores republicanos, no hicieron más que iniciar el mito del "Guerrillero".
Tras la llegada de Bernardo O'Higgins, la personalidad indomable, la gran popularidad que tenía ante la gente y la amistad que sentía por los hermanos Carrera, habían transformado a Rodríguez en una molestia constante para el joven gobierno, al que siempre tildó de autoritario.
Esto generó una tensión constante entre ambos, abriendo un fuerte debate por el rol que jugó el entonces Director Supremo en el asesinado del líder de los Húsares de la Muerte.
Benjamín Vicuña Mackenna relata la que sería la última conversación entre O'Higgins y Rodríguez.
O'Higgins: "Rodríguez, ud. no es capaz de contener el espíritu inquieto de su genio, y con él va tal vez a colocar al Gobierno en la precisión de fusilarlo, pues que teniendo al enemigo aún dentro del país, se halla en el deber de evitar y cortar los trastornos a todo trance. Es aún Ud. joven, y madurado su talento puede ser muy útil a la Patria, mientras que hoy le es muy perjudicial, por lo tanto, será mucho mejor que Ud. se decida a pasar a Norte-América o a otra nación de Europa donde pueda dedicarse a estudiar con sosiego las nociones de su profesión, sus instituciones, etc., para lo que se le darán a Ud. tres mil pesos a su embarque para pago de transporte y mil pesos todos los años para su sostén. En cualquiera de esos puntos puede hacer servicios a su Patria, y aun cuando no estamos reconocidos, podrá dársele después credencial privada de agente de este Gobierno".
Rodríguez: "Usted ha conocido, señor Director, perfectamente, mi genio. Soy de los que creen que los gobiernos republicanos deben cambiarse cada seis meses, o cada año a lo más, para de ese modo probarnos todos, si es posible, y es tan arraigada esta idea en mí, que si fuese Director y no encontrase quien me hiciera la revolución, me la haría yo mismo. ¿No sabe que también se la traté de hacer a mis amigos los Carrera?.
O'Higgins: "Ya lo sé, y por ello es que quiero que se vaya fuera".
Rodríguez: "Bien, pues, pero póngame en libertad para prepararme".
O'Higgins: "No, porque marchará arrestado usted hasta ponerlo a bordo, pues estando comunicado puede hacerlo desde el arresto".
El mismo Vicuña Mackenna describe a así a Rodríguez en su libro el Ostracismo del General Bernardo O'Higgins: "Manuel Rodriguez era la encarnación del pueblo chileno; era el guerrillero de los campos; en el tribuno de las plazas públicas; era el roto de los rotos; era el huaso de los huasos; era el símbolo de Chile criollo y democrático".