Con la mente dividida entre la carrera que lideraba y el reciente fallecimiento de una amiga, Marlene Flores (50) casi encontró su hora de partir. A cinco mil metros de altitud, en el Desafío Cumbres de 2014, se resbaló y cayó en un glaciar. Por casualidad, otro competidor se desvió y la encontró inconsciente y sangrante. Donde fue atendida, la primera persona a llegar fue Érika Olivera: "Estaba con la cabeza aporreada, rota... Estuvo varias semanas sin entrenar, se mareaba. Cuando la vi así le dije que debía tener paciencia, que vendrían más carreras".

Actualmente, Marlene se prepara para una de esas "muchas carreras más": los 160 kilómetros del The North Face Endurance Challenge, competencia de trail running (carrera en montaña, a miles de metros de altura y de distancia, que van des de los 10 hasta los 160k) que se correrá mañana y sábado en Santiago. Érika, su comadre  (Marlene es la madrina de su hijo Ethan), no estará.

"Nos conocimos en 1992. Era de las mejores del país, una referente, difícil vencerla. En 1994, le gané en los Suramericanos, y comenzó nuestra amistad. Siempre ha sido una ayuda motivacional, y a veces hasta cuidó de mis hijos para que compitiera", evoca Érika. "Creo que fuimos iguales en victorias una contra la otra, pero noté que llegaría más lejos cuando clasificó a Atlanta 1996", agrega Flores.

Ambas rememoran una carrera callejera de 10k en 1997, donde corrieron casi pegadas. "Íbamos como rivales a morir. Yo siempre soy de echarme perfume, y vi que la pasé y ella tuvo algún problema. Yo gané  y, cuando llegó a la meta, vomitó y me dijo: 'Tu perfume me cayó mal'", cuenta entre risas.

Fue de las primeras en saber que Olivera estaba embarazada. Y que lo había pasado mal. "Después de cada torneo salíamos a bailar y la llamaba. Ella decía 'bueno', pero con ojos tristes. Me preguntaba por qué, con tantos triunfos, cargaba tanta pena", relata Flores. Entonces la cinco veces maratonista olímpica le reveló que fue abusada sexualmente por su padrastro durante más de 10 años, antes de contarlo al país. "Marlene es de mis grandes amigas y pensé que debía conocerme mejor. Tenía que saber por qué corría y el motivo de mis actitudes", dice Érika.

Flores comenzó en ultra trail running (carreras de más de 42 kilómetros) en 2009 y sus resultados la avalan. "Requiere de habilidad, fuerza, buena vista nocturna... Entreno seis días por semana corriendo decenas de kilómetros en subidas y bajadas, haciendo pesas e incluso picando leña en el campo. Cuando compito, me siento como una cabra chica en el barro. Mañana comienzo a las seis de la mañana y en la noche estaré pensando que mucha gente estará carreteando y yo en los cerros. Subo, bajo, atravieso ríos... Ya escucho el canto de los pájaros en la madrugada. No temo a nada", expresa.

Mientras tanto, Olivera estará en Puerto Montt para rendir prueba de su curso de Ingeniería de Ejecución en Administración de Empresas. Ahora trota de vez en cuando y contempla su adiós competitivo en el Maratón de Santiago de 2017.

Ansiosa por otra competencia en las alturas, Marlene Flores cuenta: "La he invitado, pero me dijo que es torpe, que su cuerpo no es para correr trail. Aun así, no pierdo la esperanza en que al menos participe en 10 k. Algún día la convenceré".