La vid perdida de la Patagonia
Con el insólito descubrimiento de una parra salvaje en el valle de Puelo, X Región, el sur chileno surge como una nueva potencia enoturística en el mundo.
Enrollada a un ciprés milenario del parque Tagua Tagua, en Cochamó, se confundía con el follaje una parra de 70 años de edad, cuya cepa específica aún es una incógnita. Sin embargo, su existencia comprobó que en esas latitudes de la X Región era posible que las vides no solo sobrevivieran, sino que tenían el potencial para entregar vinos de alta calidad y extender la frontera de los mostos hasta la Patagonia.
"Es muy raro encontrar una parra en estas latitudes, es como encontrar un copihue en el norte, pero de alguna forma se adaptó y sobrevivió. Por eso nos animamos a probar varias cepas, un jardín de cuatro o cinco variedades cerca de la parra, y la pinot noir fue la que mejor se comportó", explica Sergio Subiabre, director comercial de Villaseñor Wines.
Hoy se producen 1.500 botellas de pinot noir al año, cuya materia prima crece protegida en el viñedo del sector Las Murras, del aislado y prístino valle cordillerano de Puelo, en la Patagonia norte chilena.
Por ahora solo tiene una hectárea de extensión, pero este año sumará otras 30 para dar respuesta a la demanda de los europeos y asiáticos. Estos últimos ya reservaron parte de la producción y pagan $ 98 mil por una botella de la viña del pinot noir más austral del mundo.
"Ahí encontramos un microclima que hizo posible la producción, con un valle protegido por las montañas. Esto permite una temperatura no tan fría y constante durante el año, que evita que las heladas o la nieve caigan con tanta fuerza sobre la plantas", explica Subiabre.
La viña no ha modificado el entorno natural y en el lugar solo se cultiva, ya que la vinificación se hace en Itahue (Curicó), donde Villaseñor Wines produce el resto de sus vinos.
Este año, no obstante, abrieron sus puertas en la primera vendimia patagónica, iniciando una nueva ruta enoturística. Uno de los atractivos del tour es conocer la parra guía que dio origen al proyecto y cuya cepa no ha tenido coincidencia genética en Chile.
En un mes el misterio se develará, cuando el genetista suizo José Vouillamoz entregue los resultados de su investigación mediante ADN y la compare con la base que maneja en su país, que incluye más de 2.500 variedades vinícolas. "El cambio climático y el aumento de la temperatura ayudaron a producir los suficientes grados de azúcar para poder vinificarlas", explica el agrónomo Maximiliano Morales.
Pamela Villablanca, consultora en comercialización de vinos de lujo y patrimoniales de la agencia Enophia, señaló que "la parra que se descubrió es historia. Son las semillas que los colonos han ido dejando por siglos, en un paisaje único en el mundo".
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