La vida de Angel Vargas tras el indulto
En Calbuco no pasa inadvertido. "He tenido que aprender a conjugar el trabajo con los ataques, cosa que no es fácil", comenta.
"Dónde te habías metido todo este tiempo, que ya no se te ve ni la nariz", le reclamó un amigo del club Los Pumas a Angel Vargas Parga hace algunos meses, cuando ambos se encontraron en Calbuco luego de años sin verse. La respuesta de Vargas Parga fue escueta: "Es que me había ido a vivir a Puerto Varas".
Lo que no dijo es que había regresado a Calbuco hacía varios años, luego de haber estado preso durante cinco por la internación, en 1989, de 500 kilos de cocaína a través de Arica. Pese a que ambos llevaban más de 10 años trabajando en la misma localidad del sur de Puerto Montt, Vargas y su amigo no se habían visto: el ingeniero de 55 años (separado, dos hijos), ya no vive en el pueblo, al que sólo llega por la mañana, "hace la pega, y se va".
Atrás quedaron los años 80 cuando junto a su padre formó Los Pumas, grupo social de 20 amigos donde Vargas solía dar charlas a los pescadores sobre la conservación de mariscos. El ingeniero se movía con facilidad en el ambiente de la producción y exportación de productos marinos. Era su principal carta de presentación, a través de la Sociedad Caren Limitada, formada junto a su hermana María Soledad en 1983. Y fue también la carta que usó en la peor jugada de su vida, cuando en agosto de 1989 Vargas fue detenido junto a cuatro personas, luego de que la policía frustrara el ingreso de media tonelada de cocaína.
Tras la operación se le condenó como autor y se le señaló como el encargado de supervisar el posterior envío de la droga a EE.UU., en virtud de su experiencia como exportador de moluscos enlatados.
Dos décadas después Vargas Parga vuelve a estar en la polémica, otra vez por el indulto que el ex Presidente Eduardo Frei le otorgó en septiembre de 1994, cuando le conmutó la mitad de la condena de 10 años que recibió en junio de 1991.
El episodio se ha transformado en un problema para la campaña de Frei, quien ha debido referirse al hecho en tres oportunidades. En su comando se debate si el senador debe dar una explicación por el indulto, más allá de haber asumido su responsabilidad (ver página 6).
El caso ya le costó un duro impasse con la senadora Soledad Alvear, la ex ministra que firmó el beneficio bajo su mandato pese a que se oponía a la medida, luego de que la esposa de Frei, Marta Larraechea, la culpara directamente a ella.
El martes pasado volvió a pasar un mal rato, cuando en un seminario de Paz Ciudadana el candidato Marco Enríquez-Ominami lo criticó por el mismo caso, y Frei respondió calificando al díscolo diputado como "vocero" de Piñera.
UNA HISTORIA ANTIGUA
Los problemas de Frei por el indulto a Vargas Parga empezaron una tarde de verano en 1995, cuando el entonces alcaide del penal de Arica amenazó al gobierno con divulgar el indulto si él era separado de su cargo tras la fuga de dos reos vinculados al caso. Se trataba de Fernando Cuesta y Hans Kollros, quienes eran los únicos presos que quedaban por el decomiso vinculado al Cartel de Medellín.
Ese mismo año también empezaron los problemas para Vargas Pargas, tras conocerse su indulto. En enero de 1995 Vargas comenzaba a reorganizar su vida: se había ido a vivir a Santiago y al poco tiempo se dio cuenta de que no podría encontrar trabajo si no era en la misma empresa familiar que había dejado en 1989. Regresó a Calbuco y en 1997 fundó la pesquera Sacramento junto a su hermana Soledad, una reconocida militante DC.
Se radicó en Puerto Varas, desde donde viaja diariamente a Calbuco. No habla con casi nadie y, si lo hace, es en el marco de su actividad gremial en la Asociación de Exportadores de Mariscos (Anexma).
En Calbuco trabaja a la orilla del mar, en un lugar alejado del centro de la ciudad y al interior de una oficina de madera que comparte con su hermana y personal administrativo. Sólo abandona este sitio para ir a algunas reuniones o cuando en la noche inicia el viaje de 71 kilómetros hacia su casa en Puerto Varas.
En el pueblo su nombre no pasa inadvertido: hay quienes lo apoyan y quienes lo cuestionan. "He tenido que aprender a conjugar el trabajo con los ataques, cosa que no es fácil", comenta, al responder un cuestionario para La Tercera. Consultado por su culpabilidad y pese a la condena, dice que sólo participó en encuentros donde se habló del tráfico y únicamente asume responsabilidad "moral".
En 2004 chocó en estado de ebriedad. Alegó que se debió a sus remedios para la diabetes y el corazón (1996 sufrió un infarto), pero igual fue condenado a 100 días de presidio.
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