Fue un niño proveniente de una granja en Indiana que en medio de la depresión económica de 1929 se transformó en el más célebre hampón de EEUU. John Dillinger (1903-1934) se volvió famoso por sus graciosos escapes de la cárcel y porque las víctimas mortales de sus robos de bancos fueron muy pocas y sólo se trataban de figuras de autoridad, jamás civiles inocentes.

Sus atracos bancarios en Chicago ayudaron a idealizar a Dillinger como un ladrón justiciero, una especie de Robin Hood. La Gran Depresión había provocado la quiebra de los bancos en EEUU, la que perjudicó a la clase trabajadora que tenía sus ahorros invertidos ahí. La desconfianza en las entidades financieras entonces generó odio hacia los banqueros y un apoyo simbólico a ladrones como Dillinger.

Protagonizado por Johnny Depp, el filme Enemigos públicos, de Michael Mann, es un retrato doble. Además de registrar la vida de Dillinger, también perfila a Melvin Purvis (Christian Bale), el joven y ambicioso agente del FBI que ayudó a su captura y muerte.

El proyecto de una biografía sobre Dillinger comenzó en la mente de Mann  incluso antes que él iniciara su carrera como director, que ahora suma 10 películas. Mann, de 66 años, se crió en Chicago, no lejos de donde Dillinger pasó sus últimos meses en la clandestinidad. En los 70 junto a su esposa solía ir al Biograph Theater, el cine donde Dillinger, antes de ser acribillado por agentes del FBI en la calle, vio la película Manhattan melodrama, con Clark Gable, curiosamente un filme acerca de gángsters.

El último día de la vida de Dillinger fue el 22 de julio de 1934. Esa noche fue al cine acompañado de su novia Polly Hamilton y de Ana Sage, originaria de Rumania, que estaba enfrentando cargos de deportación por abrir un burdel. Sage trabajaba de manera encubierta para el agente Purvis del FBI, con quien había acordado que, a cambio de ayudar a la captura del ladrón, evitaría la deportación.

AL MARGEN DE LA LEY
A las 22.30, Dillinger salió del cine acompañado de sus mujeres. Previamente, Sage avisó al FBI. Cuando el trío salió, Purvis encendió un cigarrillo para dar la señal a sus hombres. Dillinger se dio cuenta de la emboscada, sacó una pistola de su bolsillo derecho y corrió por la calle, mientras tres agentes del FBI le disparaban cinco tiros, tres de los cuales acertaron. Este cayó abatido al piso, boca abajo. A las 22.50, Dillinger fue declarado muerto. A pesar de que Ana Sage lo entregó a las autoridades como había prometido, fue deportada a su país natal en 1936, donde permaneció hasta su muerte, 11 años después.