Ubicada a 57 kilómetros de Stanley, el Complejo Mount Pleasant (MPC), la única base británica en el Atlántico sur, es la puerta de entrada a las islas Malvinas/Falkland, una suerte de fortaleza que blinda al archipiélago y uno de los legados de la guerra de 1982. Bajo la misión de impedir una agresión, mantener la soberanía de Reino Unido y proteger los intereses económicos de las Falklands, este complejo comenzó a operar en 1986, uniendo a la Fuerza Aérea Real, la Armada y el Ejército. Además, se construyó un aeropuerto, que abrió un año antes y que hoy recibe el vuelo semanal de Lan y los mensuales de la Fuerza Aérea británica.
Desde ese entonces hasta ahora el número de tropas ha disminuido y se estima que en la actualidad viven cerca de 1.300 militares, de los cuales 50 son funcionarios del Ministerio de Defensa británico. A ellos se suman los contratistas y empleados que trabajan en las distintas instalaciones que posee la base. Según explicó a La Tercera el encargado de relaciones públicas del Ministerio de Defensa británico, John Tabhani Mapuma, el personal militar rota y por lo general permanece en la base entre cuatro a seis meses.
La base entrega varios servicios a los que pueden acceder los habitantes de las islas, como un gimnasio, una piscina de 33 metros, un campo de golf, un centro de batallas láser, una biblioteca, cine, bowling, muralla para escalar y campos de fútbol y rugby tanto interior como exterior. Para llegar a ella por tierra desde Stanley, hay que hacerlo mediante un camino no pavimentado por unos 45 minutos, un viaje que a menudo es interrumpido por las ovejas que atraviesan la carretera. "Nivel de alerta: normal", dice el cartel a la entrada de la base en una especie de retén. Posteriormente, los visitantes deben pasar a un control de identificación, donde se les toma una fotografía para la impresión de una credencial, que es retenida una vez abandonado el lugar.
Las construcciones están unidas por un corredor central de casi un kilómetro de longitud, el que ha sido denominado por los locales como la Estrella de la Muerte, en referencia a la película la Guerra de las Galaxias.
La base cuenta con tres cuarteles militares y el personal de servicio, que en su mayoría son hombres, se queda en habitaciones single. Sin embargo, también viven muchas familias, que lo hacen en casas prefabricadas y sus hijos asisten a un colegio, que también se encuentra al interior del complejo. Mapuma explica que los niños cuando tienen 10 años aproximadamente asisten al internado en Stanley. Esto se debe a que en invierno el estado de la carretera se deteriora por las nevadas, por lo que es más conveniente que vivan en la ciudad.
Mapuma destaca la autosuficiencia de la base, por lo que sus habitantes no necesitan viajar hasta Stanley. Así, a las mencionadas instalaciones deportivas y de recreación se suman, un bar, una peluquería, un supermercado, centro médico, una iglesia multidenominacional, internet gratis.
Una de las principales rutinas del personal de servicio es patrullar las islas por tierra, aire y mar. Según la BBC, esto puede implicar desde que un pequeño equipo del Ejército haga trekking, visite asentamientos y duerma en granjas, hasta que los pilotos vuelen en jets Tornado o que los buques hagan un pequeño viaje alrededor de las islas.