"Solía haber árboles frondosos, tierra verde y fértil. Pero ya nada de eso existe".
Así describe Chris Brunet, residente de la Isle de Jean Charles, la fotografía que tiene en las manos, tomada hace al menos un par de décadas.
Él ha sido testigo de cómo se ha ido reduciendo el pedazo de tierra que considera su casa.
"En 1950 tenía unos 17 kilómetros de longitud y 8 km de ancho. Ahora, en 2014 tiene unos 3,2 km de longitud y cerca de medio de ancho", explica para ilustrar cómo el agua ha ido comiéndose la isla.
Situada en lo más sur del estado de Luisiana, entre los pantanos de la parroquia Terrebone, la delgada isla experimenta el mismo fenómeno que afecta toda la línea costera del estado y sus humedales que van desapareciendo lentamente bajo las aguas del Golfo de México.
Se estima que unos 75 km cuadrados se pierden cada año y el Servicio Geológico de EE.UU. advierte que la zona, que contiene el 40% de los pantanos del país, podría desaparecer en dos siglos.
Se trata de un proceso evolutivo natural, según los expertos, pero también advierten que hay factores humanos, como el dragado de los canales o el secado de los pantanos, que dejan a la región más vulnerable a las tormentas y mareas.
"Siempre hemos estado a la merced del Golfo de México, pero de unos años para acá todo ha empeorado", dice Brunet, quien señala a la industria del gas y el petróleo como otro de los responsables de los cambios.
La BBC visitó la isla para conversar con algunos de sus habitantes, quienes -a pesar de ver cómo su medio ambiente se reduce año a año- no mostraron ningún interés por mudarse de allí.
El estilo de vida
Para muchos de sus habitantes, la Isle de Jean Charles es más que un simple lugar para vivir: es el epicentro de su pueblo -las tribus indígenas estadounidenses Biloxi, Chitimacha y Chotaw- y sus tradiciones, además de la cuna de una amplia biodiversidad y hermosos paisajes.
La isla fue la "inspiración geográfica" del director Benh Zeitlin para la "bañera", el lugar ficticio en el que se desenvolvían los personajes de su película "Beast of the Southern Wild" (Bestias del Sur salvaje) de 2012.
La película -nominada a varios Oscar en 2013, entre ellos mejor película - habla de perseverancia y coraje ante la pérdida y el cambio climático que afecta a una remota isla de Luisiana.
Al igual que los personajes de la obra de Zeitlin, Jason Dardar es pescador y no se plantea vivir en otra parte.
"Tengo dos hijos pequeños que salen a pescar cuando quieren, que tienen un patio grande donde jugar. Vivimos tranquilos, sin preocuparnos por los crímenes que ocurren en las ciudades".
Los pequeños, en efecto, se pasean por toda la isla. Juegan al baloncesto y al escondite, sin importar si es de día o de noche.
"Lo mejor de vivir aquí es que podemos ser libres", dice una jovencita.
"Buena vida"
Ether Dardar, esposa de Jason, hace énfasis en esa libertad: "Valoro criar a mis hijos en un ambiente parecido al que yo crecí".
A su juicio, todos los habitantes son unos "sobrevivientes".
"Lo único que nos queda es pescar. Levantarnos a las 5 de la mañana, montarnos en el bote y salir a pescar camarones. Aun así, es una buena vida".
Mientras Dardar da un paseo en bote, señala los lugares en los solía haber pantanos que ya no están.
"Por allá se enterraron varias tuberías que aceleraron la erosión", dice, apuntando su dedo índice hacia lo lejos.
Para las pocas comunidades que todavía viven en esas remotas islas entre los bayous o canales del delta del río Mississippi su modo de vida está amenazado por las mismas aguas que los sustentan.
"Espero no alcanzar a ver a Isle de Charles desaparecer por completo, pero al ritmo que va… lo más probable es que eso ocurra muy pronto".