La vieja guardia
<div><font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">Cuando creía estar dentro, me vi en los extramuros de la Nueva Mayoría. De la política uno no se jubila, pero no está mal cerrar un ciclo de vida con la admirable obra de la vieja Concertación.</span></font></div><div style="color: rgb(0, 0, 0); font-family: tahoma, arial, helvetica, sans-serif; font-size: 12px;"><br></div>

CUANDO ESCUCHE hablar de "la vieja guardia" pensé que se trataba de un reconocimiento, algo así como una medalla al mérito político por su lucha victoriosa contra la dictadura y una obra de 20 años que a juzgar por el prolongado apoyo ciudadano y el aplauso internacional, fue muy reconocida.
Pero el tono algo despectivo, casi acusatorio con que se hablaba de ella, me desengañó.
Pregunté si los de la vieja guardia podían ser de la Nueva Mayoría. Mal que mal el grueso de los partidos y de la votación de la Nueva Mayoría también fueron de la Concertación. Hasta la Presidenta lo fue y reconozco en el gobierno y el parlamento a muchísimos que venían de entonces.
Me respondieron que sí, pero siempre que criticara a la Concertación y proclamara que vivíamos un nuevo ciclo, que nada tenía que ver con el anterior. Asentí, es indiscutible, hay una nueva realidad. La obra de la Concertación construyó un país muy distinto y esa obra de la que suponía todos estábamos orgullosos, obviamente exige nuevas políticas para desafíos antes impensables. Bastó mencionar la palabra "orgullosos" para que se miraran entre sí y comentaran con ceño fruncido: "¡es de la vieja guardia"!
Así, sin más, cuando creía estar dentro, me vi en los extramuros de la Nueva Mayoría. Podía ser un antepasado, pero propiamente de la Nueva Mayoría, no. Después comprendí: se esperaba de nosotros que no pretendiéramos ser parte del pueblo escogido pero que hiciéramos como si lo fuéramos, aplaudiendo a la Nueva Mayoría.
Entiendo a los que lo hacen. Pero confieso mi pecado de admiración por la "vieja Concertación". Esa que derrotó sin violencia al mismo dictador que nos derrocó e intentó aniquilar. Esa que en 20 años cambió el país, eliminó el grueso de la pobreza, creó con su obra esa enorme clase media que hoy ocupa el centro del escenario político, llenó de nuevas carreteras y puertos el país, pasó de 500.000 teléfonos a más de 20 millones y de 200.000 estudiantes de educación superior a más de un millón, cuya gradualidad y calidad en políticas públicas garantizó tener pocos "imprevistos" y una economía pujante, que transformó un Chile aislado en otro respetado y con tratados de libre comercio con países que representan el 85% del PIB mundial, que siendo pequeños nos hicimos grandes en logros. Esa que, comparada con el primer año del nuevo ciclo, sin ser virginal, luce en sus 20 años con la probidad de un monasterio trapense. En fin, tanto recuerdo.
Pensé, de la política no se jubila, pero no está mal cerrar un ciclo de vida con la obra veinteañera de la vieja Concertación. Las políticas de la Nueva Mayoría, a juzgar por encuestas y otros, hasta ahora son reprobadas por la mayoría. ¿Tiene sentido "hacer méritos" para estar entre los que deberán rendir cuenta de estos años, cuyos logros y fracasos será inevitable comparar con los de la Concertación, porque quisieron marcar la diferencia?
Seré feliz si tienen éxito, les aportaré si lo desean y también, con lo aprendido de la lucha y obra de mi generación, en lo que creo no ven. Por ejemplo, me es curiosa esa rara pasión por restar.
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