No hay recetas mágicas ni modelos importados. La fórmula del éxito de Santiago Wanderers, que pelea con Universidad de Chile y Colo Colo por el título del Apertura, se basa en el trabajo planificado y metódico.
En 2014, el club de Valparaíso realizó dos fuertes apuestas. Primero contrató a Emiliano Astoga para que asumiera la conducción del plantel y, después, destinó el presupuesto más elevado en los seis años de gestión de la sociedad anónima deportiva que administra el club para ejecutar el plan: $ 150 millones de pesos mensuales. La cifra considera el gasto en el plantel de futbolistas y en el cuerpo técnico.
La elección del estratega no fue casual. En la Quinta Región estaban complicados con el coeficiente de rendimiento y conocían que su especialidad es sacarles rendimiento a escuadras con posibilidades económicas acotadas. En el último torneo había terminado en el quinto puesto con Palestino. Antes lo consiguió con La Calera.
El entrenador recibió libertad para elegir a los futbolistas que formarían parte de su proyecto. La única petición que recibió fue darles cabida a los proyectos jóvenes del club.
Rápidamente, comenzó a plasmar su sello. El mensaje era simple y la decodificación, casi inmediata. El técnico apostó por el orden táctico como su principal argumento. El estigma de que el suyo es un equipo conservador lo responde con un dato: Wanderers ha convertido 21 goles, la tercera delantera más efectiva del campeonato.
La disciplina en el trabajo no se transa. El respeto por los horarios de práctica es sagrado. En Valparaíso, la simpleza de las rutinas sorprende. "Emiliano no necesita inventar nada para convencer a los jugadores", explica Roberto Carrasco, presidente de la comisión de fútbol "caturra".
La relación con la dirigencia también es óptima. Se reúnen habitualmente para hablar de fútbol y suele anticiparles lo que ocurrirá en los duelos.
"Muchos nos sorprendemos por el nivel de acierto que tiene. Normalmente, ocurre lo que nos dice. Eso habla muy bien de su nivel de preparación", destaca Carrasco.
La antesala de los encuentros incluye, la revisión de material relativo al adversario de turno. Normalmente ven videos en grupo. Si hay dudas individuales, Astorga las resuelve personalizadamente.
Ese es uno de los escasos acercamientos a la tecnología. A diferencia de otros entrenadores, que han incorporado las tabletas o los computadores portátiles para graficar sus ideas, en Wanderers todavía emplean la tradicional pizarra y el plumón.No hay más. Ni lecturas ni videos motivacionales.
El trabajo es intenso y exigente, pero cordial. "Emiliano tiene un muy buen carácter y, como fue jugador, entiende que los errores no son voluntarios. No nos reta. Si cree que algo no está bien hecho, lo repite hasta que resulte", explica Gonzalo Barriga, quien ha recibido sus instrucciones en tres clubes: Melipilla, Unión La Calera y en los Panzers. La principal exigencia es la concentración y el compromiso.
La generación de un óptimo clima laboral es uno de los factores que más privilegian. La elección de los jugadores siempre considera como elemento clave su personalidad.
Otro elemento fundamental es la cercanía. Al técnico le interesa mantener contento a todo el grupo y destina mucho tiempo a hablar con los suplentes. Busca mantenerlos motivados, pues los considera claves para elevarles la exigencia a quienes utilizará los fines de semana.
Los asados también ayudan a aglutinar a la escuadra wanderina. Suelen organizarse un par al mes. Astorga participa de ellos como uno más del grupo. "Nos ha dejado vivir el momento, pero también nos pide que trabajemos duro y que seamos correctos en los partidos y en los entrenamientos. Estamos enfocados. La eliminación en la Copa Chile nos golpeó fuerte, pero nos sirvió para mentalizarnos en el campeonato y no dar ventajas", comenta el delantero argentino Gastón Cellerino.
Eso sí, los límites están claros. Nadie se confunde. "No todos somos amigos, pero estamos todos detrás del mismo sueño. Y vamos a pelear por él", afirma Barriga.