El nuevo ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, aseguró el viernes que el gobierno heleno no tiene intención de cooperar con la troika de acreedores internacionales. ¿Fue una estrategia ante las cámaras o más bien el inicio de una batalla de consecuencias impredecibles? A continuación, una serie de puntos claves sobre el tema.

¿Por qué Grecia se enfrenta de ese modo a sus acreedores? 

La población de Grecia ha elegido un gobierno que le prometió un cambio con respecto a las políticas aplicadas por sus antecesores. Las protestas son comprensibles: oficialmente uno de cada cuatro griegos no tiene empleo. El nuevo primer ministro, Alexis Tsipras, debe cumplir con parte de sus promesas para no perder credibilidad, y dentro de ese compromiso la troika se ofrece como primer punto de la agenda, ya que en Grecia esa palabra, que invoca las políticas de ajuste impuestas por los acreedores internacionales del país, es poco bienvenida.

¿Puede subsistir Grecia sin la ayuda de sus socios del euro? 

No en un primer momento. Pero tal vez sí lo logre sin la troika. A eso se suma el hecho de que Grecia no es la única que ha expresado críticas hacia el grupo, formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El Parlamento Europeo también presentó sus objeciones a la actuación de la troika, con lo cual los controles, en el futuro, podrían tener lugar de un modo más transparente y sin la participación del FMI o del BCE.

¿Pero Grecia no corre el peligro de quedarse pronto sin fondos? 

Grecia aún no ha recibido el último tramo del segundo gran paquete de rescate. Pero obtiene por vías indirectas reembolsos de los bancos centrales del euro y respaldo para su sistema bancario. Sin esas ayudas, el país podría estar en aprietos. Si bien el nuevo gobierno puede intentar ganar margen generando ingresos adicionales (por ejemplo, mediante un aumento de los impuestos en los sectores más acaudalados), el proceso llevaría su tiempo, con lo cual Tsipras no podría evitar llegar a un acuerdo al menos transitorio con los acreedores.

¿Habrá una nueva condonación para Grecia? 

Es poco probable. Hace casi tres años algunos acreedores privados renunciaron a parte de sus exigencias, en lo que representó una primera quita. Pero para los países del euro que prestaron dinero a Atenas el paso sería más bien problemático. De seguirse ese camino, los jefes de gobierno se verían obligados a justificar ante sus contribuyentes pérdidas multimillonarias en las arcas públicas. Sería considerablemente más fácil ofrecerle a Grecia una bajada de las tasas de interés y extender el plazo de pago. De hecho eso es, en parte, lo que ya ha pasado. Actualmente los créditos son en promedio a 30 años. Y, aunque parezca inusual, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, apuntó que aún hay más margen.

¿Alemania está dispuesta a hacer concesiones? 

Siendo la principal potencia económica de la zona euro, Alemania cumple un papel central en el manejo de las decisiones tomadas desde que se desató la crisis de la moneda común. Berlín sigue instando a Grecia a continuar con sus políticas de ahorro y a atenerse a los compromisos asumidos. No obstante, el tono de lo que se expresa desde la primera fila política, es decir, a través de la canciller Angela Merkel, es distinto. En una reciente entrevista, Merkel aseguró que se alegra de "poder fortalecer la amistad entre ambos pueblos" y dijo que aguarda las propuestas de Tsipras. Esta postura parece descartar por un buen tiempo una salida griega del euro. U otras temidas catástrofes. Aun así, la canciller descartó el sábado de plano una nueva quita de deuda.