Las decisiones ahora son de a dos

El poder en la esfera pública sigue estando principalmente en manos de los hombres. En la casa, no. La percepción que tienen los hombres y mujeres es que hoy las determinaciones se toman en pareja. Hay mayor espacio para la negociación, especialmente entre los jóvenes. Así quieren resolver los gastos, el tiempo que cada uno pasa en la casa o cómo se educa a los hijos.




EN LA ULTIMA elección presidencial dos mujeres llegaron a la recta final en un hecho inédito en la historia del país. Pero como una segunda golondrina no hace verano, esa situación no alcanza a disimular una realidad: las decisiones públicas las siguen tomando en buena parte los hombres.

El gabinete actual tiene sólo seis ministras de un total de 22. Las siete senadoras y 20 diputadas no llegan al 20% de la representación en el Congreso. De cada 10 alcaldes, uno es mujer y ellas ni siquiera ocupan el 5% de los cargos de embajador, según datos recopilados por ComunidadMujer. En el mundo empresarial la diferencia es todavía más aguda: según Corporate Women Directors International, la representación de mujeres en directorios de empresas abiertas apenas alcanza el 3,4%. Y todos los gerentes generales y presidentes de directorios del sector financiero son hombres.

Sin embargo, en la vida privada el escenario es distinto. Harto distinto. La visión más tradicional dice que el hombre era el que tenía la última palabra en la toma de decisiones de la casa. Pero los resultados del sondeo "Roles Hombre/Mujer", del Sernam, están alejados de esa idea: la percepción que se impone con amplio margen es que en la casa hoy manda la pareja. Los dos, con voz y voto.

El 64% de los encuestados opina que en su hogar actual las decisiones más importantes son tomadas por un hombre y una mujer en conjunto, el 25% apunta a una mujer como la responsable y el 10%, a un hombre. Esto marca un cambio en la manera de llevar adelante la casa. Cuando hay que discutir sobre los gastos, la educación de los hijos, la alimentación, las vacaciones e, incluso, de cómo hablarles sobre educación sexual, pesa la opinión de ambos antes de resolver.

No era así en el hogar de crianza. Los mismos encuestados dicen que cuando ellos eran niños, en sus casas las decisiones las tomaba una mujer (35%), ambos (33%) o un hombre (30%), en porcentajes muy similares.

RELACIONES PARITARIAS

A nivel global se reconoce una tendencia creciente en el mundo occidental a una mayor paridad en las relaciones de género, especialmente en los estratos más educados y donde la mujer está incorporada al mercado del trabajo, explica Diana Rivera, docente de la Escuela de Sicología UC y sicóloga del Instituto Chileno de Terapia Familiar. El aporte de la mujer a la economía de la casa ha modificado la relación histórica de poder al interior de la pareja. La ecuación es simple: "Yo también trabajo, yo también pongo plata, yo también decido", dice.

A eso se suma una creciente conciencia de que se debe avanzar hacia la paridad. Es lo políticamente correcto. Porque hoy mantener un discurso machista, tener prácticas en ese sentido o incluso hacer bromas genera rechazo. Un ejemplo de eso es lo que ocurre con los chistes o comentarios machistas: están en el ambiente, pero hoy se tiene mucho cuidado en dónde se dicen. "Quedan reducidos a espacios muy privados, con los amigos que se juntan a tomar una cerveza o a jugar fútbol. Pero en público pueden parecer una barbaridad", comenta Francisco Aguayo, sicólogo e investigador en masculinidades.

Además, las parejas están cada vez más reacias a que el otro se reste de las decisiones y no asuma los costos buenos y malos.

Con esta tendencia hacia relaciones de pareja más horizontales es razonable esperar que las personas encuentren espacios abiertos para la negociación, especialmente las más jóvenes. Aguayo es testigo de eso en su consulta. "Yo los veo muy interesados en negociar. Más abiertos. A hombres y mujeres. Incluso los más jóvenes muestran mayor apertura a hablar sobre los roles tradicionales y a cuestionarlos", comenta.

No se cierran a reconocer si están en desacuerdo o si pasan por una crisis. Y en eso se diferencian de los adultos, más acostumbrados a dejar pasar el tiempo minimizando o negando los problemas. Los jóvenes, agrega Aguayo, son más capaces de visibilizar las crisis e, incluso, están más dispuestos a ir a terapia cuando no saben negociar.

Es que ponerse de acuerdo no es fácil. Y con la pareja, menos. Más del 30% de los chilenos dice que con quien más le cuesta negociar es con la pareja, según una encuesta realizada en 2011 por la empresa Michael Page para Tendencias. Les resulta más complicado que hacerlo con sus padres o con sus hijos.

Según esa encuesta, el tema más complejo es la prioridad con los gastos. "Es un tema transversal que aparece a lo largo de toda la relación: cómo se distribuyen las platas, cómo se gasta, cuánto van a ahorrar o si van a trabajar por igual", explica Gianella Poulsen, sicóloga clínica y terapeuta de parejas. Otros temas difíciles son el tiempo que se pasa en la casa y cómo aplicar disciplina con los hijos.

Susana Ifland, terapeuta de parejas y directora de la Sociedad Chilena de Sicología Clínica, explica que la clave para llegar a acuerdo está en escucharse, entender la postura del otro y ceder. ¿Simple? No tanto, si se toma en cuenta que los seminarios para que las parejas entrenen esa dinámica se llenan. "Es un motivo de consulta cada vez más frecuente", dice.

Ceder es una buena estrategia de negociación sólo cuando se puede conceder el punto sin dejar heridos en el camino. Porque cuando se trata de un tema delicado para los dos, lo más probable es que quien ceda quede resentido. Paz para hoy, pelea para mañana. Mala estrategia.

Y si bien el camino que los expertos aconsejan es la negociación, la pregunta que sigue es si se va a disputar cada punto donde haya una diferencia de opinión. No es una buena idea. La clave es jerarquizar. "No se puede hacer de todo una disputa. La vida no es una batalla. Hay que elegir lo relevante y dejar energía para otras cosas", dice Gianella Poulsen. Es el secreto mejor guardado de las parejas que tienen éxito. John Gottman, sicólogo social de la U. de Washington (EE.UU.) y experto en relaciones de pareja, define dos tipos de conflictos maritales: los que se pueden resolver y los que no. El 69% está en la segunda categoría. Las parejas felices, según los estudios de Gottman, sólo se detienen en los que son solucionables. La clave está en identificarlos.

ENTRE EL DISCURSO Y LA PRACTICA

Son las mujeres las que generalmente inician la negociación. Ellas cumplen el rol en la pareja de poner sobre la mesa los temas en conflicto para solucionarlos y los hombres también entienden que es así, explica Gabriela Benavente, sicóloga clínica y magíster UC, autora de una investigación en la que evaluó a ocho mujeres y ocho hombres que tenían menos de cinco años de matrimonio y sin convivencia previa.

Las mujeres también están pidiendo que los hombres se involucren. No sólo en el tema de decidir qué se hace, sino también quién y cómo. Por ejemplo, ir a las reuniones de apoderados o pasar tiempo de cuidados con los hijos, apunta Francisco Aguayo. Lo que ocurre es que la mera toma de decisión puede durar un par de conversaciones, pero lo que se decide tiene implicancias para el futuro y hay que hacerse cargo de eso. "Un hombre te puede decir que la decisión de tener un hijo es consensuada, pero la mujer te puede responder: 'OK, lo consensuamos, pero la carga más pesada me la estoy llevando yo'. O sea, hay que negociar no sólo una decisión, sino lo que conlleva. Y eso se convierte en una labor permanente", agrega Aguayo.

Entonces, uno de los mayores conflictos que manifiestan las mujeres es que el tema de la paridad a veces se queda en el discurso más que en la práctica. En el sondeo del Sernam, el 72% de los hombres dice que las decisiones se toman en conjunto y el 58% de ellas está de acuerdo. Es decir, ellos se perciben más involucrados en la toma de decisiones que ellas. Otra brecha: la percepción de las mujeres que toman decisiones solas llega al 37% y sólo el 12% de los hombres estima que ellas están resolviendo de esa manera.

Para las mujeres también hay un tema de expectativas. Gabriela Benavente explica que hasta hace unos años, estos temas no se hablaban antes del matrimonio y la sorpresa era mucho mayor. Hoy las parejas empiezan a vivir juntas con ciertos acuerdos previos porque, si no hubo convivencia, al menos están conscientes de que la pareja llevaba una vida independiente con trabajo, amigos e intereses propios. Y si bien los hombres aceptan los acuerdos, en el matrimonio suele venir un período de ajuste donde mantienen los patrones de su hogar de crianza, lo que puede prolongarse más de la cuenta.

Pero si bien hombres y mujeres se perciben más igualitarios en la toma de decisiones, en los temas de crianza predomina la madre. La encuesta por ejemplo, los pone en la siguiente disyuntiva: ¿con quién cree que debería vivir un menor si el padre y la madre están separados? El 41% asegura que deben pasar un tiempo con la madre y otro con el padre, mientras que el 49% de los entrevistados dice que sólo con la madre.

El estudio del Sernam pregunta también por quién debería quedarse en la casa cuando un hijo se enferma, llevarlos al doctor, darles la comida, hacer las tareas con ellos o hablarles de educación sexual. Menos del 10% de hombres y mujeres les dan esa responsabilidad a los papás. Una demostración de que las parejas están a mitad de camino entre visiones más tradicionales y otra que asume con más fuerza la paridad de género en la familia.

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