"Fuimos uno de los primeros en llegar en 2001, cuando comenzó el boom de pastelerías en Luis Pasteur. Ahora ya es un circuito", dice Claudio Galaz, jefe de local y producción de Mozart, elegido como el mejor salón de té de Santiago.
Hasta allá llegan cada día 400 personas. "Tenemos una clientela que nos ha seguido por años. Antes bajaban a la casa matriz en Ñuñoa (1967) y para acercarnos a ellos pusimos esta sucursal", explica Galaz sobre este local que alcanza las 50 variedades de tortas.
En estricto rigor, las primeras en llegar, en los 80, fueron Las Rosas Chicas (conocida por sus pasteles con chantilly y sus tortas de Selva Negra) y luego Mokka, la cafetería de los clásicos sandwiches de miga y las tortas de chocolate, nuez y almendras.
En 1989 fue el turno de Lo Saldes, y cinco años después, de dos más: la Break and Eat, dedicada a la repostería y a los platos preparados, y la Dulcería Frutillar, de recetas alemanas que, según su dueña Carmen Sahr, se preparaban en su casa. "Yo me puse acá por intuición", dice.
Pero el verdadero auge comenzó en 2001. Hace 11 años llegó a esta avenida la fábrica de pastas, chocolates y postres (como el crocante de chirimoya y los rollos de merengues con berries) del abogado José Ignacio Piriz Simonetti. Dice que apostó por el sector porque es un polo comercial atractivo, porque"ofrece distintas calidades y precios".
En el último año, dos pastelerías con más de seis décadas de historia apostaron por ampliar su negocio: el Villa Real, que salió con sus strudels de manzana y su torta de tres leches de su casa matriz fundada hace 70 años en Av. Pedro de Valdivia, y la Dulcería Montolín, que partió en 1952 en un caserón de Providencia, luego se trasladó a Manuel Montt y finalmente llegó a este rincón de Vitacura. "Vinimos acá porque es donde está la competencia; acá tenemos más público que en los otros locales", concluye el dueño de Montolín, Pedro Montes.
Luis Pasteur es, también, terreno de chocolaterías finas. En 2008 arribó La Fête y dos años más tarde, la Varsovienne. "Esta zona es más cómoda que Alonso de Córdova, porque la avenida es extensa. La gente viene acá por la atención personalizada", señala Carolina Arellano, subgerente de marketing de Varsovienne.
La arquitecta de la U. Mayor y vecina de Luis Pasteur, Gabriela de la Piedra, dice que la avenida es aún una zona en expansión. "Es un bulevar que se ve beneficiado con el flujo de los colegios como La Massoinette, Alianza Francesa y Bradford Schoo", asegura.