En los jugadores de fútbol americano, la encefalopatía traumática crónica es muy común y ha generado graves consecuencias.

Este deporte de contacto ha causado muchos problemas en sus cultores, a tal punto que los sobrevivientes, sus esposas y viudas de jugadores fallecidos decidieron demandar a la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) por encubrir heridas cerebrales causadas por la enfermedad. Actualmente, más de cuatro mil personas siguen acciones legales, patrocinadas por el abogado y ex jugador Gene Locks.

La ETC fue detectada por primera vez en un jugador de fútbol americano en 2002, tras el fallecimiento de Mike Webster, a los 50 años. En ese entonces, el médico nigeriano Bennet Omalu estudió su cerebro y detectó el primer caso de encefalopatía traumática crónica. De este modo, se inició una crisis que la NFL no puede superar, y que ha negado sistemáticamente a lo largo del tiempo.

Las diversas investigaciones han arrojado que la solución a los problemas es un casco a prueba de contusiones. Sin embargo, todavía no hay uno que evite plenamente las contusiones. El más cercano a eso es el Riddel 360, pero necesita 40 centímetros de espuma en su interior, lo que técnicamente es imposible.  También se ha planteado insertarla por fuera, pero eso provocaría que la fuerza del golpe se traslade hacia el cuello, lo que causaría riesgo de paraplejia al recibir un impacto.