La operación comercial que le permitió a Carlos Heller quedarse con el control de Azul Azul marca una diferencia radical respecto del modelo que siguen los dos clubes que compiten con Universidad de Chile por el dominio del fútbol chileno y de las inversiones en la Bolsa.
En el caso de los albos, la corredora LarraínVial concentra el 61,9 por ciento de los títulos, pero representa a varios propietarios, incluidos muchos de los accionistas minoritarios que adquirieron paquetes cuando Blanco y Negro salió al mercado como la vía para darle sustentabilidad al Cacique, que había quebrado en enero de 2002.
Sin embargo, el máximo accionista individual es el empresario Aníbal Mosa. El portomontino es el dueño de 24,7 por ciento de las acciones. Más atrás figura Leónidas Vial, socio de la firma que representa a los dueños atomizados, con un 10 por ciento.
En Cruzados SADP, la firma IM Trust representa el 38,04 por ciento de los títulos, pero la principal accionista individual es Cecilia Karlezi, quien acumula el 10 por ciento de la propiedad de la entidad,
A diferencia de lo que sucede en albos y azules, además, el Club Deportivo Universidad Católica, la entidad que origina el contrato de concesión, tiene una fuerte participación, pues mantiene en su poder el 20 por ciento de la propiedad.
El resto de los clubes del fútbol chileno sigue un patrón distinto, pues se trata de sociedades anónimas que no transan su propiedad en el mercado bursátil y que, en muchos casos, la concentran en una persona particular o en grupos familiares vinculados al principal dueño.