La última resolución de Naciones Unidas que prorrogó un año más la Misión de Estabilización de Haití (Minustah) aseguró que "la situación general de la seguridad (en el país más pobre del hemisferio) se mantuvo relativamente estable y mejoró en cierta medida" desde 2013. Eso ha permitido -sostiene el documento- la disminución del contingente militar extranjero, una constante que se viene registrado desde 2011.
Sin embargo, 10 años después del comienzo de la Minustah, el hecho de que no se vislumbre un fin del trabajo del contingente internacional, y que los problemas que enfrenta la nación caribeña ya sea políticos, estructurales y de desastres naturales, pareciera no tener solución, ha impulsado un debate en algunos de los países que participan en la misión sobre la necesidad de poner plazos y redirigir el foco del trabajo.
Precisamente con el fin de abordar lo que se ha hecho en ese país, el Ejército chileno realizará hoy un seminario titulado "10 años de la participación del Ejército de Chile en Haití: desafíos y proyecciones", en el que participarán, entre otros, el comandante en jefe, general Humberto Oviedo, el ex segundo comandante militar de la Minustah, general (r) Eduardo Aldunate, el ex embajador chileno en Puerto Príncipe Marcel Young y el Ministro de Defensa, Jorge Burgos.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó en abril de 2004 el establecimiento de una misión de estabilización para Haití, meses después del derrocamiento del Presidente Jean Bertrand Aristide (1991 y 2001-2004), en febrero de ese año. Así, se apostó a lograr la estabilidad política del país y que esto ayudara al desarrollo económico y social.
Para eso el contingente civil y militar de la Minustah, que comenzó a operar en junio de 2004, tuvo como objetivos, desarmar los grupos armados y criminales que venían operando en el país, establecer o fortalecer las instituciones del Estado y crear un nuevo cuerpo policial que debería asumir en el futuro todas las funciones de seguridad del país. Eso en medio de una serie de problemas que se vienen arrastrando al menos desde la era dictatorial de los Duvalier (1952-1986) y del período de inestabilidad que vino después.
Los contingentes militares tuvieron éxito a la hora de desarmar los grupos armados y aminorar la presencia de bandas criminales. Además la misión de la ONU logró organizar, no sin problemas, las elecciones presidenciales de 2006, en las que ganó René Préval, y las de 2010, donde triunfó Michel Martelly.
Pero los problemas se han sucedido, uno tras otro. Aparte de las dificultades políticas internas y la pobreza económica y social del país, Haití ha enfrentado severas catástrofes naturales, como los constantes huracanes. Pero la peor de ellas fue el terremoto de enero de 2010 que dejó unos 220.000 muertos (entre los cuales había 96 soldados integrantes de la Minustah).
Además, pese a que hay una frágil estabilidad política, no hay una completa normalización de las instituciones y una escasa participación de la sociedad en la toma de decisiones. La más reciente muestra de eso es que las elecciones legislativas y municipales que ya venían postergándose durante dos años y que tenían fecha para el 26 de octubre pasado fueron pospuestas nuevamente sin una fecha clara. Una situación que echa un manto de duda sobre la realización de los comicios presidenciales que deberían convocarse para el próximo año.