Eva Gómez duerme "como con las piernas y brazos apretados, y despierto tipo 06.30 de la mañana", dice la animadora del Festival de Viña que debuta esta noche sobre "los nervios, pero ese nervio rico", que enfrenta en las horas previas al evento. La conductora se lleva a la cama la foto de su padre fallecido y de su madre, que está en Sevilla, y que ayer la hizo llorar: estaba de cumpleaños su hermana, y desde España la llamaron y le aconsejaron que enfrente el certamen como lo hacen los toreros: "Mirando directamente el toro a los ojos y concentrada". Y ella cuenta todo esto en su suite del piso 5 del Hotel del Mar, mientras la peinan para la conferencia de los anfitriones, su segunda actividad oficial del día.

El estilista mendocino Tobías Sevilla le enrula el pelo siguiendo una foto de un peinado de Yves Saint-Laurent. Sobre cábalas, Gómez afirma que no tiene, pero que anda con una imagen de la Virgen del Carmen y otra de la Virgen de la Esperanza de Triana. Que las va a instalar en el camarín de la Quinta, junto con las medallitas y el rosario que le regalaron sus seguidores. Esos que la acompañan desde que sale de las puertas del hotel.

Su día parte con una sesión de más de una hora de ejercicios en el gimnasio. Desayuna liviano. Y ayer, pasado el mediodía, salió. Abrazos y besos para Boris, el portero, que ya se siente su amigo. Más abrazos y besos para Fernando, el chofer que la traslada por la Ciudad Jardín y que le aconseja que "sea natural no más, no tan libreteada". Ella se queda pensando. Lo medita, caminando por la Avenida Perú, frente al mar, hacia el Hotel San Martín, donde se alojan sus tres hijos. Pero la reconoce la primera persona. Y la media docena de cuadras se convierte en una especie de mini Quinta Vergara. Las señoras le pasan sus guaguas. Una gitana le augura buen porvenir. Desde las mesas de los restaurantes, desde los balcones de los edificios, desde los automóviles que transitan, le gritan que es "simpática", "estupenda", que lo va a hacer "fantástico". La rodean. La besuquean como si fueran conocidos de años. Le toman las manos y le dan tips de animación. Otra joven hace pucheros porque siempre ha visto El diario de Eva. Hasta la invitan a pedalear en un tradicional carrito. Gómez se sube y maneja por en medio de la calle. Saludando para el lado, para el otro lado, hacia arriba. Con los brazos medios acalambrados levantando tanta niñita y niño. "Ni en mi mejor sueño pensé que me iban a tratar así", cuenta ella.

Hasta que llega al San Martín, y en una van parte otra vez, ahora al Hotel O'Higgins y con sus hijos: Fernando, de 14 años; Matías de 11, y Triana, de cuatro años. Su asistente personal y la encargada de vestuario la ayudan ante el nuevo tumulto de prensa y gente. Y en la tradicional "tallarinata" se sienta junto a Rafael Araneda. La alcaldesa Virginia Reginato está "chocha" con Triana, que a los cinco minutos está con manchas de chocolate en cara, manos y vestido. La madre la lleva a lavarse. Gómez come lasagna. Frutas. Hasta que ve a dos personas que trabajaron con ella en sus inicios, hace una década, y se larga a llorar. El abrazo dura varios minutos. Los pañuelitos desechables apenas le alcanzan.

A la salida, más tumulto. "Pero para qué quiero guardias, ¡si yo no soy la Britney Spears!", le dice a su marido, Pablo Morales, director general de Viña 2011, que se mantiene a considerables metros de su mujer. Y se lanza con su hija en brazos. Al volver a su suite le comentan que "la tía" Sonia Fried, madre del tenista Nicolás Massú, ha llamado varias veces por si le han llegado las flores con un peluche que le envió. Al lado de su cama de dos plazas se hace una reunión de pauta. Después llega el estilista y comienza a tirarle el pelo. La anfitriona se lamenta que no cantará con Carlos Baute el tema Colgando en tus manos (originalmente junto a Marta Sánchez), como estaba planeado, porque ya está con la garganta delicada. Calza su vestido de Adolfo Domínguez y parte a la conferencia junto a Araneda en el Sheraton Miramar. "Mañana (hoy) me tienen que dejar una horita para hacer ejercicios", es lo único que pide para antes de subirse a la Quinta.