Las huellas que dejó Juan Pablo II

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[abril de 1987] Fueron ocho ciudades, desde Antofagasta a Punta Arenas. Y miles de fieles. A 30 años del primer Pontífice que visitó Chile, el anuncio de una nueva gira trajo a la memoria aquel periplo vaticano. Viejos altares, un papamóvil que es venerado, un himno que no llenó los bolsillos de nadie y un poblador que sacó la voz. Caminos de nostalgia.




Rodelillo: El viejo altar porteño de su primera misa

Cada fin de semana, cientos de visitantes llegan al Parque de la Familia Juan Pablo II, en el sector de Rodelillo, Región de Valparaíso. Allí, hasta hace muy poco, quedaban los mismos fierros que formaron parte del escenario donde el fallecido Sumo Pontífice ofició su primera misa tras arribar a Chile, en la cual se congregaron más de 500 mil personas.

Hoy, en el lugar donde están instalando una red de cañerías, se conserva una pequeña estructura con un cartel de bienvenida. Es el elemento central del parque inaugurado en 2008 por la Municipalidad de Viña del Mar, que actualmente es usado como memorial en el honor al Papa.

Silvana Salgado, quien tenía 15 años al momento de la visita, recordó que "con mi hermana llegamos a Rodelillo con cientos de familias. Nos metimos en la parte de atrás del escenario y logramos ver al Papa a un metro de distancia. Fue una muy bonita experiencia".

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Lo Prado: Fierros y más fierros en la avenida San Pablo

En plena avenida San Pablo, comuna de Lo Prado, en Santiago, sigue en pie uno de los elementos más curiosos de la visita de Juan Pablo II. Se trata de un alto y colorido arco papal hecho de fierro, que a lo ancho abarca toda la calzada.

La estructura se ha convertido en parte de la identidad de los vecinos del sector. Maximiliano Ríos, actual alcalde, afirmó que éste "tiene un significado especial para quienes durante esa época se prepararon mucho. Cada vez que necesitamos una postal de la comuna, elegimos este lugar".

Alicia Arriagada vive en Lo Prado hace más de 40 años y dice que aún tiene marcada la visita papal en su memoria. "Ver a Juan Pablo II fue algo muy especial, me llegó mucho como católica, y ojalá que nunca quiten este recuerdo de su paso por aquí".

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Concepción: Una sola persona volvió a usar su dormitorio

Cerca de las 18.00 del sábado 4 de abril del 87, Juan Pablo II llegó al aeropuerto Carriel Sur, de Talcahuano. Y de inmediato se dirigió a descansar a la Casa del Clero, en Concepción, ubicada en calle Lord Cochrane.

En este hogar, que acoge a sacerdotes enfermos, pasó su estadía, en una habitación amplia, con escritorio, baño privado y una capilla para sus oraciones. Hoy, una placa en la puerta de esa habitación recuerda su visita, así como varios objetos que la gente le obsequió, y que como no se llevó, ahora adornan el lugar.

Después del Pontífice solo un sacerdote, proveniente de Rancagua, pernoctó allí. "Me encontré con él y le ofrecí ayuda. En otra casa no había lugar y en la Casa del Clero solo estaba disponible la pieza del Papa. El sacerdote quedó muy contento", recuerda el presbítero Luis Figueroa, deán de la Catedral de Concepción.

Himno: Canción Mensajero de la vida generó $ 180 mil de ganancias

Fue un verdadero himno que se escuchó en todo Chile, entre los días 1 y 6 de abril de 1987. El motivo: la visita del Papa Juan Pablo II. Hoy, a 30 años del hito, Eugenio Rengifo, autor de la canción titulada Mensajero de la vida, cuenta cómo este single marcó su carrera musical y la de su grupo, "Los huasos del Algarrobal".

Al contrario de lo que muchos puedan pensar, Rengifo no se hizo millonario con la difusión del tema en las radios, aunque en esa época no paraba de sonar. Las primeras ganancias bordearon los $ 180 mil de entonces. "La canción se grabó con recursos particulares y los derechos que generó su difusión pública no fueron significativos. Sumando y restando, el primer pago del Pequeño Derecho de Autor -algo como la Sociedad Chilena de Derechos de Autor actual- no alcanzó ni para financiar la grabación", reconoce Rengifo, la que costó cinco mil pesos más.

Sin embargo, más allá del valor comercial, la canción tuvo un significado profundo para su creador: "Ver que ese homenaje que hacíamos con este himno era interpretado por todo el país fue maravilloso. Un granito de arena que estábamos aportando en esta reconciliación que vivíamos los chilenos", explicó.

El himno trascendió, pues, según recordó el autor, "hasta hoy, cuando hacemos presentaciones en el país, siempre hay alguien que nos pide que cantemos 'la canción del Papa'". También recuerda que la pudieron interpretar dos veces ante el líder católico. Primero, en el Estadio Nacional, en el encuentro con la juventud, y luego en el Templo Votivo de Maipú, en la coronación de la Virgen del Carmen.

San Ramón: El hombre que habló fuerte en La Bandera

"Al principio, para mí, reunirme con el Papa no era algo tan fantástico, pero en el momento estuve lleno de emoción. Le hablé a él como a un padre que venía a verme y yo le contaba lo que estábamos viviendo. Al final, fue grandioso". Así recuerda Mario Mejías, ex dirigente vecinal de Lo Hermida, su emotivo encuentro con Juan Pablo II, en 1987.

Su histórica intervención en La Bandera, donde le pedía que "los poderosos dejen el orgullo y el egoísmo y nos dejen de matar en las poblaciones", aún está en la memoria colectiva de muchos chilenos.

"La gente se encargó de hacerme sentir que fue algo importante, que fui un hombre valiente, pero para mí no fue tan así. Yo quería denunciar. Cómo no iba a hacerlo, si era algo que tenía en el corazón. Fue imposible callar".

Tres meses después de aquel momento, su hijo de 16 años fue asesinado. Los culpables aún no son identificados, y pese a que eso le ha causado un gran dolor , dice que "jamás me he arrepentido de lo que hice, lo siento, pero es algo que tenía que hacer",

Actualmente, Mejías continúa trabajando en la feria, como toda su vida. Está alejado de la Iglesia, pese a que participó por 17 años, aunque cuenta que "sigo creyendo y estoy siempre atento, pero ya no asisto a misa".

Sobre la posibilidad de hablar con el Papa Francisco el próximo año, es sincero: "No creo que me llamen, lo veo bien lejano, pero si se da la oportunidad, ahí estaré".

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Museo de Carabineros: Gracias, papamóvil, por favor concedido

Completamente blindado, con ventanales de policarbonato y equipado con aire acondicionado. Así era el minibús Mercedes-Benz que fue utilizado como uno de los papamóviles durante la visita de Juan Pablo II, y que desde 2010 se exhibe al público en el Museo Histórico de Carabineros.

Jaime Alegría, museógrafo de la institución cuenta que es una de las piezas más queridas por la gente, sobre todo por la escultura del Papa que pusieron en su interior: "Como está al lado de la calle, las personas que pasan le tiran papelitos pidiéndole favores". Actualmente, el vehículo se está reparando para que vuelva a andar, pero Alegría descarta que vaya a ser usado en esta visita.

"Yo creo que se hará otro vehículo, el Papa Francisco no es amigo de las protecciones que se hacían antiguamente".

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Antofagasta: Pantuflas, una colcha, la Biblia... y Benedicto XVI

Un rosario de perlas blancas, una taza de porcelana, un par de pantuflas, un escritorio, una gran Biblia con sus bendiciones escritas de puño y letra, y la mismísima cama con la colcha tejida de algodón en que durmió. Todo eso es parte de los tesoros que la comunidad del Colegio Instituto Santa María, de Antofagasta, guarda con celo de la habitación, con salida independiente, que utilizó Juan Pablo II en su visita de dos días a la Perla del Norte.

El lugar consideró la habilitación de un comedor, un baño, una sacristía y una pequeña capilla. El espacio ha tenido pocas modificaciones, y a 30 años de la visita papal ha sido usada en mínimas ocasiones. Una de ellas fue en 1988, cuando se alojó el entonces cardenal Joseph Ratzinger, quien posteriormente sería el Papa Benedicto XVI.

Puerto Montt: En vitrina una casulla y vajilla traída desde Roma

Pinturas, ropa, una vajilla completa que fue traída desde Roma para la visita del Papa, e incluso la casulla con la cual ofició la misa. Todos estos artículos religiosos permanecen guardadas desde hace 30 años tras un vidrio, en el Museo Municipal de Puerto Montt.

Se trata de algunos elementos usados por el Pontífice en su visita a la ciudad. Y pese a que su estancia duró solo cuatro horas, fue más que suficiente para que el centro cultural donde se mantienen conservados los objetos fuera bautizado con su nombre.

"Somos depositarios de una pintura que trajo de regalo para la ciudad, y que muestra al arcángel Gabriel anunciándole a María que está embarazada de Jesús. También está guardado en una exposición, con un lugar destacado, el sillón papal que usó ese 7 de abril", contó la directora del museo, Pamela Urtubia.

Como si fuera poco, hasta la loza en que le sirvieron café a Juan Pablo II en el aeropuerto El Tepual está en el lugar, bajo medidas de seguridad.

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