Cuando en Crimea la gente celebraba en las calles los resultados del referendo que aprobaban la anexión de esta región ucraniana a Rusia, los habitantes de Abjasia y Osetia del Sur seguían los acontecimientos con mucha atención, mientras el recuerdo del conflicto vivido en 2008 volvía a su memoria.
Osetia del Sur y Abjasia, cuya independencia de facto tiene el apoyo de Rusia, son territorios reclamados por Georgia. En 2008, Moscú señaló que debía defender a la mayoría rusa en Osetia del Sur como justificación del ataque contra las fuerzas georgianas que intentaron recuperar el control en esa región separatista. El Ejército ruso también se desplegó en Abjasia y obligó a las tropas georgianas a retirarse.
Usando un argumento muy parecido, Rusia intervino estas últimas semanas en Crimea. Y al igual que en Georgia, según la cadena BBC, Moscú resiente el interés de la Unión Europea (UE) en Ucrania. Sin embargo, seis años después de aquel conflicto, la situación en la zona es inestable.
Según Marc Weller, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Cambridge, que fue consultado por la cadena británica, el plan de paz patrocinado por la UE para Abjasia y Osetia del Sur, negociado por el ex Presidente francés Nicolas Sarkozy, en agosto de 2008, "equivalió a la ratificación de los resultados de la invasión de las dos provincias de Georgia por Rusia".
Dos años antes de aquel conflicto, en noviembre de 2006, se había celebrado un referendo en Osetia del Sur que algunos comparan con el de Crimea. Su resultado fue un apoyo abrumador para un Estado independiente. Sin embargo, sólo Rusia, Venezuela, Nicaragua, Nauru y Tuvalu lo reconocieron.
Cuando Moscú reconoció formalmente la independencia de Osetia del Sur, según señala el diario The New York Times, los jóvenes salieron con banderas rusas a celebrar, se abrieron botellas de champaña y los funcionarios soñaban con "construir una economía basada en el turismo, como en Mónaco o Andorra".
Sin embargo, dice el diario, eso no ocurrió, porque la economía depende completamente de los fondos provenientes de Rusia. El desempleo es alto y también lo es la inflación. A nivel político, el sistema es controlado por las elites leales a Moscú, las que son los suficientemente adineradas para conducir autos lujosos en calles en muy mal estado.
En este sentido, el analista del Carnegie Moscow Center, Aleksei Malashenko, dice que los funcionarios rusos estarán "impactados", con los desafíos que deberán enfrentar al administrar Crimea, revivir su economía, distribuir el dinero, influenciar los grupos étnicos y controlar la corrupción, "que acompañan todos los grandes proyectos rusos".
"Creo que la mayoría de la sociedad se olvidó de Osetia y, si no fuera por los JJ.OO. (la ciudad de Sochi está a pocos kilómetros de Abjasia), la mayoría de la población también se habría olvidado de Abjasia", dijo el analista al diario.