Las mujeres en la vida de Jesús
¿Qué pensaba Jesús de la mujer? Un estudio del filólogo Antonio Piñero aborda el tema.

Como todos saben, Jesús de Nazaret estuvo casado con María Magdalena y tuvieron descendencia. Fue a quien entregó sus enseñanzas secretas y es ella el Santo Grial. Pero la Iglesia, afianzada en el patriarcado, quiso eliminar todo vestigio femenino. A lo largo de los siglos se ha mantenido la verdad por canales secretos. Como todo el mundo sospecha, es más que dudoso que algunos bestsellers y el cine hollywoodense sean los encargados de desenmascarar estas conspiraciones.
Sin embargo, algunas corrientes teológicas e históricas han planteado lecturas alternativas en busca de una comprensión renovada de lo que significaba ser una mujer en el mundo de los primeros cristianos. Llegó a verse un Jesús visionario, defensor de los derechos de la mujer o un revolucionario “feminista”. Pero, ¿qué papel ocuparon ellas en su vida?
El filólogo español Antonio Piñero en su libro Jesús y las mujeres estudia la relación que existió o pudo existir entre la figura histórica de Jesús y el mundo femenino de su entorno. Comienza por preguntarse por las fuentes disponibles. En el enredo de relatos distintos del conjunto de la “literatura evangélica”, la aceptada por la Iglesia y la rechazada, de los tres primeros siglos, y distingue distintos niveles, desde el más cercano a la vida Jesús (que llama estrato A), pasando por la comunidad de sus discípulos inmediatos (B), el de los evangelistas (C) y el de los evangelios apócrifos (D).
Se ocupa de las relaciones que mantuvo Jesús, antes y después de su actividad pública, con su familia, madre, hermanos y hermanas. Y, durante el breve período de su ministerio, su actitud hacia las mujeres que lo seguían: cómo era su “amistad”, por qué curó a algunas, su trato a las “extranjeras”, cómo están presentes en sus parábolas y dichos. Así aparecen: la unción con perfume por una María de los pies de Jesús; la misma María junto a su hermana Marta en el episodio de la resurrección del hermano de ambas, Lázaro (Juan 11, 1-45); el episodio de la adúltera (Juan 8, 3-11) cuando dice que el que esté sin pecado arroje la primera piedra; o las curaciones a mujeres (la suegra de Pedro, la hija de Jairo...).
Sólo hay un texto, antes de la escenas de la resurrección (Lucas 8,1-3) en que se habla de sus seguidoras y se las presenta como sirvientas; no hay en los evangelios ningún pronunciamiento público por corregir la posición social de la mujer. La doctrina de Jesús sobre el matrimonio único y la negativa al divorcio es muy parecida a la de los esenios, con igual fundamento. Para los esenios la mujer ocupaba un lugar secundario en la vida.
En cuanto al estado civil y la sexualidad de Jesús: ¿fue casado, viudo, bígamo u homosexual? Hay textos para todo en los evangelios apócrifos: en el de Tomás, del siglo II, aparece como esposa de Jesús, no María Magdalena, sino Salomé. Y en el Evangelio secreto de Marcos, hay ribetes de homosexualidad. También se destaca el papel de María Magdalena. Es la mujer que más veces se nombra en los evangelios aceptados por la Iglesia, pero sólo una vez durante la vida pública de él, como una de las que lo acompañaba y había sido curadas de espíritus malignos. Todo indica que la presencia de mujeres en la vida de Jesús no fue significativa, ni siquiera en sus últimos días. María, su madre, y María Magdalena habrían estado en la crucifixión. Viendo desde lejos (Marcos 15, 40-41) o bien a los pies de la cruz (Juan 19, 25-27): es más que dudoso que los romanos permitieran a los familiares y amigos de un sedicioso estar “junto a la cruz”, en la revoltosa Judea. Pero, como señala Piñero, lo que los evangelistas cuentan no es exactamente histórico, sino la expresión de su fe. Particularmente cuando hablan de Jesús resucitado, que es por tanto, no el Jesús de la historia, sino el Cristo de la fe.
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