El King Abdullah Sports City es uno de los estadios de fútbol más grandes de Arabia Saudita. Tiene capacidad para 60.000 espectadores y está ubicado a las afueras de Yeda, la segunda ciudad más grande del reino petrolero. En este mismo recinto se disputó el viernes 12 el partido de la primera división saudita entre Al-Ahli y Al-Batin. Pero esta vez la noticia no fue el resultado, sino sus espectadores.
Por primera vez las mujeres sauditas pudieron disfrutar de un partido de fútbol en directo y fueron ambos equipos los que se encargaron, a través de sus respectivas cuentas de Twitter, de hacer un llamado a sus seguidoras para que asistieran al evento.
La fundadora del equipo de basquetbol femenino Jedda United y miembro del Consejo de Shoura desde 2015, Lina Almeena, dijo en Arab News que estaba muy emocionada ya que "es un momento histórico en Arabia Saudita para las mujeres". "Es una gran alternativa para poder ir al estadio en pareja o familia y disfrutar de su tiempo juntos en lugar de solo ir a los centros comerciales o salir a cenar. Tendrá un gran impacto a nivel social, económico y, sobretodo, familiar", agregó.
Los deportes y especialmente el fútbol han sido vistos como una actividad exclusivamente masculina en el país. Jugar a cualquier tipo de deporte solía ser difícil para las mujeres en Arabia Saudita, ya que la práctica femenina pública de deportes físicos ha sido un tema socialmente controvertido.
Sin embargo, el inicio del 2018 ha traído buenas noticias para las mujeres sauditas. La primera fue el nombramiento de la princesa Reema como subsecretaria para la sección de mujeres de la Autoridad General de Deportes, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar un puesto deportivo del gobierno de Riad. En julio, el ministerio de Educación anunció que las niñas en las escuelas públicas recibirían educación física para el inicio del año académico 2017-2018. En octubre se hizo público el anuncio de la apertura de tres estadios donde se permitirá el ingreso las mujeres y en noviembre se celebró el primer torneo oficial de basquetbol del país, donde participaron seis equipos.
Al mismo tiempo, en diciembre se hizo pública la noticia de que se volverán a abrir salas de cine después de casi cuatro décadas. Y el jueves de la semana pasada una empresa privada saudita abrió el primer salón de exhibición de autos para mujeres. Además, tras décadas de protestas de las mujeres sauditas, dentro de cinco meses finalmente entrará en vigor la ley que les permitirá conducir en el país.
El joven príncipe heredero Mohammed Bin Salman, que acapara cada vez más poder, es el rostro visible de estas reformas para dar una nueva apariencia, más moderna y abierta, a la ultraconservadora monarquía del Golfo Pérsico.
"No pasaremos los próximos 30 años de nuestras vidas haciendo frente a ideas destructivas. Las destruiremos hoy", manifestó el príncipe hace unos meses. Y de inmediato se puso manos a las obras.
En noviembre ordenó una serie de arrestos contra decenas de las más influyentes figuras del reino. Estas detenciones se presentaron como medidas contra la corrupción. Así, Bin Salman se ha enfrentado a una elite empresarial y clerical que, hasta ahora, estaba acostumbrada a todo tipo de privilegios por parte del Estado. Estas reformas forman parte de sus planes para rehacer la economía saudita y disminuir su dependencia del petróleo. En cambio, estaría buscando depender de la inversión extranjera.
Reformas pendientes
Sin embargo, analistas coinciden que la velocidad en la que está efectuando estos cambios, la situación que ha provocado en Yemen o la creciente enemistad con su vecino Qatar le pueden pasar factura en un futuro. Ello, sin contar sus históricas tensiones con Irán.
Aunque a nivel nacional y especialmente por parte de los jóvenes se han aplaudido estas reformas, Arabia Saudita aún es una sociedad poco acostumbrada a los cambios.
El conjunto de medidas adoptadas en beneficio de las mujeres sauditas han sido bien recibidas, pero también se piensa que pueden responder a una estrategia para captar inversión extranjera. De hecho, el país ocupa la antepenúltima posición en cuanto a igualdad de género, según Naciones Unidas. Así, el viernes pasado las mujeres no pudieron asistir solas al estadio. Incluso se habilitaron bares, baños y zonas de oración segregadas.
Asimismo, las mujeres en Arabia Saudita aún requieren de una autorización de su padre o esposo para la mayoría de los aspectos de su vida y continúan marginadas de la política y el mundo del trabajo.