La mirada de los militares que se encuentran en las zonas más devastadas de la Región de Atacama, tras el paso del aluvión, parece cambiar minutos antes de las nueve de la noche; la hora decretada por el gobierno como el inicio del toque de queda en la zona. La constante alerta, se plasma en el temple de sus rostros y en una sensación de sospecha frente a cada situación "extraña".
Tras las puertas y ventanas de cada hogar se vislumbran dos realidades: los que tienen la oportunidad para compartir con familiares y amigos, y quienes duermen con un ojo abierto, ante el eventual ingreso de saqueadores.
"Hacemos asados entre vecinos para poder pasar el rato, porque como no tenemos luz, después de ayudar en las partes más damnificadas nos venimos para la casa y hacemos algo. Dormimos, y después partimos temprano a ayudar", señala Emiliano Espinoza, habitante de Copiapó.
Compartir, al parecer es el pasatiempo que más se repite entre los atacameños que no se vieron tan afectados por la emergencia, pues, como la electricidad aún no ha retornado a todos los puntos de la región, se generan esos espacios de distención en medio del drama.
"Nos juntamos con la familia. Somos mi mamá, yo y mis hermanos. Jugamos cartas, pero también estamos alerta a que no se nos meta nadie a la casa, porque andan saqueando, y a pesar de que hay militares en las calles los delincuentes van a encontrar una u otra forma para delinquir", afirma Ronán Osorio, en Chañaral.
Los pasos de las botas salpicando agua en los charcos se escucha cada vez más fuerte. Casi tan potente como las hélices de los helicópteros que sobrevuelan las ciudades de esta región, constantemente, a partir del inicio del horario del toque de queda.
"Ya caballero son cinco para las nueve", le advierte un militar a un automovilista que transita por la Plaza de Copiapó. "Si no llega a su casa busque algo donde un familiar rápidamente", agrega el uniformado.
Para los habitantes de Atacama esta situación es "extraña", pues, quienes no superan los 20 años, nunca se habían visto expuestos a este escenario "militarizado". Sin embargo, parecieran agradecerlo.
"Los soldados vienen a avisarnos que ya no podemos salir y que ellos cuidaran la cuadra, lo que sirve para que una pueda dormir tranquila entre tanta tragedia que nos pasó", explica Karina Paredes.
La situación se mantendrá "hasta nuevo aviso" para garantizar el orden en la región. "La gente pide eso para que no se materialicen saqueos y que ni hayan delitos. Para nosotros es muy positivo que haya un contingente militar de más de 2.500 efectivos entre las Fuerzas Armadas, Carabineros y la PDI", describe el intendente Miguel Vargas.