"Subir a la nieve a fines de los años 30 no era nada lujoso", cuenta Cristián Jeffs, empresario que en esa época dejó las primeras huellas en El Colorado y hoy se dedica a sus tiendas en Puerto Rico.

Recuerda que entonces él y sus amigos llegaban a un pueblo en ciernes. Lo hacían sobre un camión, al que en su parte trasera le instalaban bancas. Ellos fueron los que lo denominaron Farellones.

Algunos partían a las 7 de la mañana desde Plaza Italia; otros, se subían en Avenida Las Condes con Estoril. "La gente nos miraba raro, porque íbamos con estos grandes esquíes de madera, que comprábamos en Casa Andina, la primera tienda del rubro en la capital", asegura Vicente Vera, otro experimentado esquiador.

El viaje duraba más de dos horas. La motivación era llegar a la pendiente del cerro Colorado a deslizarse por nieves vírgenes. En esos años no había canchas ni andariveles. Mucho menos, hoteles y restaurantes.

Han pasado más de ocho décadas desde que este grupo dejara las primeras huellas en este lugar y hoy es un punto de gran confluencia entre los santiaguinos. Sólo el año pasado, más de medio millón de personas acudieron a los tres centros invernales de este sector, El Colorado, La Parva y Valle Nevado. Muchos de esos visitantes ni siquiera vieron un esquí, sino que fueron sólo a caminar por la nieve, a un spa o, simplemente, disfrutar del paisaje cordillerano mientras bebían un café.

Esta temporada, Valle Nevado fue incluso más allá e inauguró un teleférico que va desde el área de servicios hasta el restaurante Bajo Zero, ubicado en medio de las pistas. Varios fueron sólo por el almuerzo.

DE MODA
Antes de descubrir Farellones, los capitalinos esquiaban en Lagunillas -cerca de San José de Maipo- y en Portillo (V Región). Sólo después de la expedición que un grupo de pioneros hizo en 1932, el cerro Colorado se transformó en el predilecto. En 1938, de hecho, un privado instaló ahí el primer andarivel de arrastre.

Con estos sistemas, las mejoras en la ruta G-21 y la creación de La Parva en los 50, las familias santiaguinas empezaron a subir a practicar este deporte blanco.

Otro hito importante hizo crecer el interés en la disciplina, según cuenta el ex presidente de la Asociación Metropolitana de Ski, Eduardo Díaz, fue el Mundial de Esquí de 1966, en Portillo. "Eso puso a los centros chilenos en los ojos de todo el mundo", dice.

Tras el torneo, un grupo de capitalinos comenzó a adquirir su vivienda en la montaña. "Fue en los 70 cuando el desarrollo inmobiliario tomó impulso. En El Colorado se levantaron edificios emblemáticos, como Monteblanco", dice Peter Leatherbee, su gerente general.

En los 80, en tanto, llegó una nueva disciplina desde Europa, el snowboard, una que según Díaz, "prendió mucho entre los jóvenes".

El crecimiento del país y un nuevo boom inmobiliario provocó que en la última década se dispararan los visitantes de Farellones. Así lo afirma el gerente de Valle Nevado, Ricardo Margulis.

Esa fue la razón por la cual se multiplicaron ahí los servicios como hoteles, restaurantes, bares, gimnasios, spa y cine, y se organizaran fiestas, catas de vino y tocatas. También, el porqué de la oferta de actividades se diversificara y se abriera a quienes no practican esquí.

Para ellas, hoy existen caminatas con raquetas especiales para la nieve, paseos en telesilla y hasta campeonatos de Playstation.

Incluso, hace cinco años estos centros comenzaron a promover las visitas en verano, con ganchos como trekking, cabalgatas, acampadas nocturnas y toboganes.