Las mujeres se toman la pantalla grande en los estrenos de esta semana, última del año 2016. La reconocida cantante y actriz uruguaya Natalia Oreiro se pone en la piel de Gilda para la película homónima sobre la vida de la fallecida compositora e intérprete de cumbia. A cargo de la documentalista Lorena Muñoz, este biopic musical muestra a Gilda antes de conectarse con la música, como profesora de un jardín infantil, luego como ganadora de doble disco de platino por éxitos como No me arrepiento de este amor y finalmente su repentina muerte en un accidente automovilístico a los 35 años.

Por otro lado, la cinta de terror Casa mortal, tiene como protagonista a Anna, una mujer que sufre agorafobia: un temor obsesivo ante los espacios abiertos. Tras 10 años sin haber salido de su hogar, un grupo de hombres entra a su casa para asaltarla. "La más bien desconocida Beth Riesgraf - en su rol de Anna - se muestra estupenda", destaca la crítica.

Gilda: Un golpe al corazón

Crítica por Pablo Marín

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Gilda. No me arrepiento de este amor

. De Lorena Muñoz. Con Natalia Oreiro, Javier Drolas, Lautaro Delgado. Argentina/Uruguay, 2016. 118 minutos. TE+7

Nota: 6  

El subgénero de la biopic musical suele moverse en campo minado: los fans te pueden boicotear si les maltratas al ídolo, y el resto del mundo tiende a ignorarte, a no ser que les des razones en contrario. Películas que se han sentado en estas admoniciones y han ganado el derecho a estamparse en la memoria son Selena, con Jeniffer López (que a Chile llegó sólo vía cable) y Jersey Boys, de Clint Eastwood, integrante semiinvisible de la cartelera local en 2014.

Ahora, en una de esas raras oportunidades que brinda el circuito, asoma un sólido representante del subgénero, que para mayor rareza es argentino, al rescate de un personaje familiar en radios y en fiestas chilenas de hace dos décadas (y desde entonces): el sonido de la cumbia villera, de la bailanta, en la voz de Miriam Alejandra Bianchi, de nombre artístico Gilda.

La compositora e intérprete de hits tropicales como Fuiste y No me arrepiento de este amor (este último, el subtítulo de Gilda) llegó a ser superventas doble platino. Murió a los 35 años en un accidente rutero y su leyenda no ha podido sino crecer con el tiempo, ungiéndose entre otras cosas como santa milagrera.

Gilda, a cargo de la documentalista Lorena Muñoz y protagonizado por la también cantante Natalia Oreiro, recrea, imagina, conjetura y se conduele de una "tía" de jardín escolar, casada y madre de dos hijos, que un día decide reconectarse con la música, un amor legado por su padre y ninguneado por la madre y el marido.

Este recorrido convoca una serie de temas (además de las canciones): de la música como marcador social al género como condicionante del futuro, de las paralizantes incompatibilidades personales a la vida como ideal romántico. La película evoca la mayoría de ellos, pero se centra en unos pocos. Así, se da el tiempo de exponer a esta mujer bondadosa, de aura cándida y bienintencionada, cuyo look sexy en escena sólo hace las cosas más extrañas.

¿Cómo fue que esta sosegada maestra de clase media mutó en una voz del pueblo que se apagó tras cuatro álbumes? La película no se jacta de tener una respuesta muy acabada ni de pintar el cuadro completo. Más bien ensaya, tantea, insinúa, y en ese empeño le va dando vida a un personaje particular. Una mujer capaz de propinar un golpe al corazón del espectador que menos lo imagina, cuando menos lo esperaba.

Casa mortal: Una casa con sorpresas

Crítica por René Martín

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Casa mortal

. Dirigida por Adam Schindler. Con Beth Riesgraf, Rory Culkin, Martin Starr. 90 minutos. Thriller. Estados Unidos, 2015. Mayores de 14 años.

Nota: 4

La agorafobia no es algo fácil de llevar y Anna, la protagonista de Casa Mortal, bien que lo sabe. Han pasado 10 años desde que no sale de su hogar. En el día del funeral de su hermano, al cual ella no ha podido asistir debido a su condición, un grupo de hombres entran en su casa, haciéndola prisionera y demandando dinero. Al poco explorar, el grupo de ladrones comenzará a darse cuenta que el lugar no es lo que parece.

Las historias de invasiones hogareñas siempre tendían a repetir el esquema planteado desde la clásica Horas Desesperadas con Humphrey Bogart. Cintas como Funny Games, Cacería Macabra o la reciente No Respires, han dado vuelta la tortilla y presentado escenarios bastante más originales, violentos y peligrosos. Casa Mortal se suma a esta tendencia y, aunque no logra cotas de alta originalidad, sí es capaz de salirse de la categoría de cine B para el olvido y levanta un leve pero alentador vuelo, en gran medida gracias a las actuaciones de su grupo de principales, donde la más bien desconocida Beth Riesgraf - en su rol de Anna - se muestra estupenda. Es cierto que por sobre el final cae en los acostumbrados tópicos, presentando un final casi infumable y explicando cosas que mejor hubiera sido dejar en la nebulosa, pero también ha sido capaz de mostrar una que otra originalidad durante su desarrollo, haciendo que este viaje no fuera del todo perdido.