Para Mis peores amigos, la secuela de Promedio rojo (2004), que prepara Nicolás López, el ritmo avanza a toda máquina. Así, su primer trailer se verá en cines el 25 de julio, el estreno está pauteado para el 24 de octubre, el rodaje terminó la primera semana de junio y la película ya está en etapa de posproducción, con un montaje tentativo listo.

Esta vez la historia no gira en torno a dramas amorosos ni escolares de los inseparables Roberto (Ariel Levy), Condoro (Nicolás Martínez) y Papitas (Sebastián Muñiz), personajes centrales de la ópera prima López. Porque esta cinta, que suma a su elenco a Paz Bascuñán, trata sobre cómo el grupo de amigos se las arregla para cumplir con una lista de deseos imposibles que escribieron cuando tenían apenas diez años. Así, las tareas a cumplir van desde abrazar a un duende hasta viajar en el tiempo y conocer la Tierra Media. El problema es que tienen apenas dos semanas para lograrlo: el plazo de vida que le queda a Papitas. "Fue un ambiente muy rico, de mucha confianza, libertad creativa y calidez en el trabajo", describe Bascuñán sobre el proceso de filmación.

La primera dificultad que el trío protagónico deberá solucionar son los conflictos que los llevaron a dejar de ser amigos hace una década. Es ahí donde el personaje de Bascuñán -Gabriela, la hermana de Papitas que viaja desde Londres- tiene un rol fundamental para convencer a los amigos para que se reúnan, a pesar de que cada uno ha tomado rumbos separados. Mientras Papitas está a cargo de la lucrativa empresa familiar, Roberto es un exitoso arquitecto en Nueva York, que recuerda con poco cariño a sus amigos del colegio -"pasó de ser freak a ser hipster", dice López- y Condoro es auxiliar del colegio donde los chicos estudiaron.

Pero Gabriela, quien es "muy eficiente pero que cuenta con muy pocas herramientas sociales", según Bascuñán, consigue este primer acercamiento para lograr la verdadera misión: que Papitas pase los mejores días antes de morir.

Es así como Roberto termina disfrazándose de Terminator, e incluso le tocó hacer de Aragorn en la Tierra Media, algo que no sólo implicó un gran trabajo de maquillaje, sino que algunos problemas en el set. "Al terminar las escenas, uno obviamente se pone a jugar a que es el personaje y nos retaban porque con Nicolás Martínez nos poníamos a jugar con las espadas", recuerda Levy.

En términos prácticos, y a pesar de lo expedito del rodaje -"Es la película que he filmado más rápido", dice el director-, López afirma que en términos de inversión y de producción fue más compleja que la trilogía Qué pena. "Tiene más efectos digitales y prostéticos y mucho maquillaje, para hacer creer que la fantasía es real. Esto también se nota en la dirección de arte: Tuvimos que construir el DeLorean (de Volver al futuro), con un Chevrolet Monza del 94".

Además debieron recrear el físico de hace 10 años, para reconstruir la pelea en que dejaron de ser amigos y contar en qué terminaron los compañeros de colegio. ¿Qué hay del galán del curso encarnado por Benjamín Vicuña? "Hay muchas sorpresas", dice López en clave críptica.