El vocabulario masculino se ha incrementado con nuevos términos en el último tiempo. El "berraco", la "vuelta" y el "hágale, pues" salen en más de una conversación cotidiana cuando hay hombres alrededor y son palabras que delatan a los más devotos seguidores de El Patrón del Mal, la serie que recorre la vida de Pablo Emilio Escobar Gaviria y que vive sus últimos días en el horario nocturno de la televisión abierta y que se ha convertido en un feudo masculino (52% de su audiencia).
¿Por qué este personaje fascina a los hombres? Partamos de la base de que el protagonista y sus antagonistas están caracterizados con rasgos plenamente masculinos. "Al igual que con otros villanos, los hombres se identifican con él en forma narcisista. ¿Qué hombre no quisiera tener ese poder?", se pregunta Maritza Bocic, siquiatra de Clínica Indisa y cinéfila. No hay que extrañarse con esto: varios estudios han dado cuenta de que el narcisismo es un rasgo de personalidad más presente en hombres que en mujeres. Uno de los más recientes es el de Sara Konrath, sicóloga de la U. de Michigan, revela de algunas definiciones sociales de masculinidad que se superponen con el narcisismo: por ejemplo, la creencia de que los hombres deben ser arrogantes y dominantes.
Ese mismo estudio señala que, a pesar de que los narcisistas tienen autopercepción bastante elevada, cuando su sentido de superioridad se ve amenazado, pueden tender a estrategias defensivas como la agresión. Y la serie El Patrón del Mal está plagada de ejemplos de eso y son, de hecho, las escenas que más comentan los hombres que ven la serie.
Hay otro factor que explica este atractivo: es la distancia con la historia. En Colombia, el país de Escobar, hubo mucha reticencia inicial hacia la serie y críticas por revivir un pasado que aún duele. Pero no a todos. Los más jóvenes, esos que no tuvieron cercanía con la persona a quien se responsabiliza de haber participado directa o indirectamente en más de 5 mil asesinatos y que hizo del secuestro su arma de negociación, pudieron desconectar al personaje de la realidad colombiana y seguir la historia, cosa que les fue más difícil a las generaciones mayores. "Entre los más grandes, todos conocíamos a alguien que tuvo alguna relación con las víctimas", explica Diego Ramírez, productor ejecutivo de la serie que en Colombia transmitió Caracol TV. Y esa distancia es clave para que los televidentes puedan hacer la diferencia entre el narcoterrorista de carne y hueso y el personaje que sale en la pantalla.
Stuart Fischoff, sicólogo, profesor emérito de la U. Estatal de California y especialista en medios, explica que "ficcionar" las historias de villanos reales -como Escobar- no es lo mismo que una biografía. "La historia está ligada a la verdad; los guiones no. Son impresionistas, no realistas", dice a Tendencias.
En ambas instancias -ficción y realidad- el villano tiene que tener un atractivo. Y ese atractivo parte en la manera como es escrito para la ficción. Eso necesariamente deja una invitación a la fantasía de la audiencia y a volver a buscarlo cada día o semana en la pantalla o en el libro, sigue Fischoff.
En el caso de las mujeres, si bien algunas se sienten atraídas al poder de un personaje como Escobar, caballero, preocupado y amante de la familia, muchas aprenden a tomar distancia de los "chicos malos". Es que, más tarde o más temprano, explica Fischoff, se van a dar cuenta de que no hay nada romántico en la violencia y que su autoestima no se ve reforzada ahí.
El poder
Maritza Bocic explica que los seres humanos estamos llenos de contradicciones, pulsiones no verbalizadas, ni siquiera cosncientes, y aquellas que reprimimos más fácilmente podemos proyectarlas en personajes como el de El Patrón del Mal. Y hay razones que explican por qué las pulsiones masculinas encajan mejor con las del personaje.
Sabemos que una de las motivaciones de la conducta humana es el poder. ¿Por qué es una pulsión más masculina? Porque el cableado femenino y masculino es distinto: las conexiones neuronales de una mujer tienen una red de puentes más rica desde un hemisferio a otro, lo que les permite, por ejemplo, una mayor capacidad de empatizar, por lo que cuando ejerce el poder lo hace de una manera menos impositiva . "El cableado del hombre, en cambio, le permite disociarse con mayor facilidad", comenta Lister Rossel, siquiatra de Clínica Las Condes, dando cuenta de que el poder masculino tiene más de frialdad. Es decir, al ver ese ejercicio en el personaje, ellos se reflejan más.
Haga memoria: ¿recuerda cuando Patricia le recriminó el asesinato de Guillermo Cano, director de El Espectador? Ella puso sobre la mesa que era padre de varios hijos, que tenía nietos… él lo negó como si nada y se fue a jugar con su hijo a la piscina.
También hay una explicación endocrina. La testosterona impulsa un comportamiento más agresivo, mientras que los estrógenos alejan los impulsos agresivos.
¿Hay más para entender el éxito en Escobar? Fernando Vivas, crítico de televisión de El Comercio, de Perú, donde la serie está teniendo el mismo éxito entre los hombres, agrega un dato (medio en serio, medio en broma): "Una clave del éxito masculino de El Patrón del Mal sería la reivindicación del sexy panzón… aunque no nos engañemos, las mujeres se le acercaban por el poder y la plata, a pesar de la panza".
Los números de la serie
Según datos de Time Ibope, el 52% de los televidentes de la serie son hombres. Un porcentaje considerable si tomamos en cuenta que a la misma hora, menos del 38% de la audiencia de Separados son varones y apenas el 23% ve Sin tetas no hay paraíso.