Pasaron 102 días desde que Universidad de Chile levantó la copa de campeón del Apertura. Se pensó en ese momento que venían buenos tiempos para el equipo azul, principalmente por las promesas de grandes refuerzos y la permanencia de todas sus figuras para pelear por el bicampeonato y la Copa Libertadores.

Sin embargo, el optimismo duró poco. Y lo peor de todo, es que las sonrisas dieron paso a una verdadera película de terror, de la cual todavía no se sabe el final. Fuera de la pelea por el Clausura desde hace varias fechas y prácticamente eliminada de la Copa, lo cierto es que el dificíl momento que atraviesa la U es producto de un cúmulo de razones dentro y fuera de la cancha.

Causas futbolísticas hay muchas. Desde la mala elección de los refuerzos hasta bajas individuales llamativas, pasando además por la venta sorpresiva, especialmente para Martín Lasarte, de Patricio Rubio y decisiones del propio técnico que lógicamente terminaron afectando al equipo.

Los refuerzos sin duda que es un tema que desde hace muchos le vienen penando a Azul Azul. De confirmarse la eliminación de la U del certamen continental, será la cuarta vez consecutiva que no pasaría la ronda de grupos. Un evidente fracaso. Pero si se analiza fríamente, desde el punto de vista de la inversión en fichajes para disputar el certamen continental, no debe llamar la atención.

Sólo basta fijarse en Maxi Rodríguez, un jugador elegido a dedo por el propio Lasarte, y que no justificó en ningún momento su llegada. El principal refuerzo no dio pie con bola en el Superclásico y anoche ante The Strongest, ni siquiera entró a la cancha. Ni el propio técnico charrúa confía en él.

Las individualidades, muchas de las cuales habían sido figuras en la obtención del Apertura, también pusieron su cuota, y grande, para esta debacle. No se salva ninguno en el análisis. El relajo del plantel es evidente y muchos parecen estar pensando en salir rápido del club antes que intentar salvar el buque.

Lasarte tampoco se escapa al hundimiento del buque azul. Atormentado por una lesión desde antes de iniciar la pretemporada, que nunca dejó de incomodarlo al punto incluso de no poder dirigir al equipo en determinados partidos, el charrúa no pudo ser el jefe que todos esperaban. Asimismo, él tampoco tuvo mano dura en algunos momentos para provocar un remezón en el grupo. Cuando el equipo pedía cambios a gritos, el DT se la jugó por mantener siempre a los referentes que le habían dado el título.

Todavía no se sabe cómo terminará esta historia, que puede tener un desenlace aún más terrorífico. Lo que sí está claro es que jugadores, dirigentes y cuerpo técnico, pusieron mucho de su parte para estar viviendo esta pesadilla.