Buenos Aires amaneció ayer con cortes de calles y marchas como una antesala de lo que será hoy la huelga general que fue convocada por los principales sindicatos opositores en protesta al gobierno de Cristina Fernández, por la ola de despidos y en reclamo de mejores sueldos y cambios en el impuesto a la renta que afecta a los trabajadores.

Los manifestantes marcharon desde la céntrica Plaza de Mayo hasta el Congreso. Estas protestas formaron parte de la huelga de 36 horas encabezada por la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), que lidera el opositor Pablo Micheli, y agrupaciones de izquierda. La huelga se intensificará hoy, con la convocatoria de paro de 24 horas de la central sindical opositora CGT (Confederación General del Trabajo), liderada por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo.

"Hagan lío, dijo el Papa (Francisco). Y le estamos haciendo caso", ironizó el sindicalista Hugo Moyano, al evocar un discurso del Pontífice realizado el año pasado. Maquinistas de trenes, bancarios, portuarios y camioneros son algunos de  los poderosos gremios convocantes. Sin embargo, no lograron sumar a la Unión Tranviaria Automotor (UTA), que agrupa al transporte público de bus,  que en el primer paro del año, del 10 de abril pasado, dejó las calles vacías.

"El sindicalismo está muy fraccionado", dijo a La Tercera el analista político argentino Mario Toer.

Por su parte, el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, consideró que la huelga es de "naturaleza política" y tiene un objetivo de "carácter opositor". "Lo que no se puede hacer, como hacen muchos sindicalistas opositores, es organizar piquetes para obstacu- lizar el tránsito, en una actitud totalitaria", advirtió.

La huelga ocurre en un momento crítico en la economía argentina y apenas unos días después de que el país cayera en lo que se llamó el "default técnico", crisis que la mandataria logró utilizar a su favor bajo la consigna "patria o buitres". La tensión también se encuentra en el mercado cambiario, donde el precio  del dólar informal alcanza una brecha de 70% con la cotización oficial, aunque  analistas sostienen que grandes empresas presionan por una devaluación para  mejorar las alicaídas exportaciones.

Por otro lado, la economía entró en recesión  en los dos primeros trimestres del año, con un estancamiento de la actividad. Los sindicatos denuncian que la inflación anual superior al 30% castiga sin  piedad los bolsillos de los asalariados y el desempleo creció de 7,1% a 7,5% en el último trimestre, respecto del mismo período del año anterior. Por ejemplo, el gremio de la construcción reconoció que en lo que va del año se perdieron 20.000 puestos de trabajo en el sector. Se registraron, en tanto, cierres en la industria frigorífica, entre otros sectores afectados.

Una de las demandas formales de la huelga son derogar el impuesto a las ganancias (a la renta).  Así, se paga un impuesto a la renta a partir de los 15.000 pesos (US$ 2.025). Ello implica al 17% de quienes tienen trabajo registrado -cerca de un millón y medio de trabajadores- y aproximadamente el 13% de quienes tienen trabajo formal o informal. Sin embargo, existen determinados gremios, como petroleros, camioneros, bancarios y pilotos, que por su nivel salarial tienen a todos sus afiliados y representados pagando el impuesto a las ganancias y, por ello,  en estos sectores el reclamo es más fuerte.

El analista político argentino Julio Burdman dijo a La Tercera que "la cuestión política, de cara a las elecciones de 2015, es uno de los aspectos centrales" de estas movilizaciones. Esto, porque existe una pugna interna  desatada en el seno del gubernamental peronismo, cuya ala de centroizquierda  está en retirada ante la imposibilidad constitucional de Fernández de presentarse a una segunda reelección en 2015.

Según la agencia France Presse, Moyano y sus compañeros de ruta del peronismo sindical están empeñados en  una demostración de fuerza con miras al año electoral, aunque aún no han  expresado a quién respaldarán.