Un coctel de factores es el que explica los efectos devastadores de los terremotos que han golpeado a Nepal y han dejado miles de muertos en los últimos días. En primer lugar está el hecho de que, como se trata de un país muy pobre (está en la posición 145 de un total de 187 naciones del Informe de Desarrollo Humano), las construcciones en Nepal tienden a ser precarias.
Muchas de ellas han sido levantadas a la manera tradicional, con madera, y pese a que este material es más flexible y soporta mejor los movimientos terrestres, la potencia de estos terremotos eliminó esa posible ventaja. Además, el grado de conservación de los edificios más antiguos era deficiente. Algunas construcciones de madera emblemáticas del país tienen una altura de más de 30 metros. Y no es habitual que se construyan edificios con medidas antisísmicas.
Los fuertes sismos de Nepal se produjeron como resultado de la fricción entre las fallas de la India, una placa de subducción, con la de Eurasia. Y pese a esa situación geológicamente estratégica, los registros apenas contabilizaban cuatro terremotos de más de seis grados en los últimos 100 años. La razón de la fuerza de esos terremotos estaría en la cercanía del centro de los sismos, que según los cálculos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el del 25 de abril, se situó a solo dos kilómetros de profundidad.
Por último está el hecho de que Katmandú, la capital del país, fue construida en un valle de unos 150 kilómetros de largo, rodeado de algunas de las montañas más altas de la Tierra. Durante millones de años el valle ha sido el foco de aluviones procedentes de esas montañas lo que configuró un lago enorme. Por este motivo los terrenos superficiales de esa zona se componen de arenas, que hacen menos firmes e inestables las construcciones que levantan ahí, en caso de un terremoto.