José Andrés Miralles es uno de los tantos chilenos que estudia en Australia. Pero como muchos de ellos su primera opción era cursar su MBA en Estados Unidos. Incluso, viajó a Boston para conocer in situ las universidades, hasta que hizo el switch: eligió instalarse en Sydney, una de las ciudades preferidas de los chilenos cuando buscan perfeccionarse.
Como él, ya son varios los compatriotas que han elegido al continente más pequeño y la isla más grande del planeta para continuar sus estudios.
La comunidad de chilenos ha crecido tanto, que ya es posible encontrar una "picada" nacional: el Café Paula, donde venden pastel de choclo y empanadas.
En el último concurso Becas Chile, Australia ocupó el tercer puesto de las preferencias de los máster y el cuarto, en el caso de los doctorados.
"Hoy existen cerca de 250 chilenos en Australia bajo el programa Becas Chile, y la idea es llegar a los 500", dice el embajador José Luis Balmaceda, quien asegura que en la actualidad, cerca de mil chilenos cursan sus posgrados aquí, muchos de los cuales lo hacen por medio de ahorros o créditos Corfo. En 2008, no más de 90 chilenos eligieron la isla.
"Australia es el país que más ha crecido en preferencias de los estudiantes. ¿Razones? Las prestigiosas universidades, los paisajes privilegiados y la posibilidad de mejorar el inglés", explica Andrés Molina, director del Programa Formación de Capital Humano Avanzado de Conicyt.
EL MEJOR MIX
La posibilidad de perfeccionar el inglés fue una de las razones que llevaron al sociólogo Sebastián Madrid a estudiar en Sydney. "Entre los países de habla inglesa, Australia ofrece el mejor mix. Acá, yo y mi señora podemos trabajar", explica el actual beneficiario de Becas Chile para su PhD en Educación.
Su mujer, Francisca Sallato, ha aprovechado las "licencias" que ofrece este país: trabaja part time en una empresa de diseño, donde recibe 30 dólares australianos por hora, unos 14 mil pesos chilenos (ver recuadro).
El país es uno de los más cosmopolitas: el 25% de sus habitantes nació en otro lugar y la isla alberga inmigrantes de 140 países del mundo. Y éste ha sido también un factor importante para los chilenos.
El ingeniero comercial Sebastián Emden, por ejemplo, optó por realizar un MBA en la U. de Macquarie, en parte, "porque los planteles están fuertemente relacionados con Asia, región donde hoy apuntan los negocios". La misma razón que llevó al ingeniero civil Nicolás Cheviakoff a realizar su MBA en Sydney: "Un gran porcentaje de alumnos de MBA son asiáticos, eso permite crear nexos de negocio".
ENTRE CAMPUS Y PLAYAS
Otra razón poderosa es que el país permite integrar a la rutina de estudio, tiempos de playa y surf. Así, son muchos los que han preferido instalarse a orillas del mar, en zonas como Bondi o Coogee, la costa al sureste de Sydney; o en Manly, en la zona norte, las predilectas de los chilenos y donde un arriendo en un flat -un departamento compartido- es de 250 dólares australianos a la semana (unos 120 mil pesos chilenos).
Pero aterrizar en una isla paradisíaca igual conlleva problemas. Para Andrés Galilea -ex abogado del estudio Pérez de Arce-, lo más complejo es adecuarse al sistema de estudios. "Aquí el profesor espera que los alumnos lleguen a las clases con las lecturas leídas. Los conceptos básicos se dan por entendidos y las clases son para discutir", explica Galilea, quien estudia un magíster en Leyes en la Universidad de New South Wales.
El aprendizaje es "responsabilidad del estudiante y no del profesor quien te obliga a que lo critiques y lo analices", explica María José Hess, otra de las becarias de Conicyt, quien cursa un máster en Estudios de Desarrollo.
DESDE MESERA A PARVULARIA
El agrónomo Daniel Ortegón -quien acaba de terminar un máster en Economía Agraria- tiene una apuesta en mente: conseguir un trabajo relacionado con su profesión. Está convencido de que en esta isla -más que en cualquier otro lugar del mundo- hay opciones de encontrar empleo. De ahí que haya mandado currículum a varios headhunters.
Legalmente se puede trabajar 20 horas por semana. E, incluso, las parejas también pueden hacerlo. Y full time: 40 horas semanales. Además, las remuneraciones son bastante elevadas: un mesero, por ejemplo, recibe entre 15 y 20 dólares australianos la hora (casi 10 mil pesos chilenos). Otros, como Cristián Emhart, han conseguido trabajos relacionados con su profesión. Mientras cursa su MBA trabaja en una empresa medioambiental llamada Edge Environment. Gana $ 30 dólares australianos la hora y recibe entre $ 300 y $ 600 AUD dependiendo el tiempo libre que le dejen los estudios ($ 142 mil chilenos a $ 300 mil).
Loreto Andueza, la mujer de Andrés Galilea, estudiante de un magíster en Leyes, es profesora. Trabaja en el jardín infantil de la Universidad New South Wales. Lo hace tres veces por semana -ocho horas- y su sueldo es de dos mil dólares australianos (953 mil pesos), una suma que difícilmente podría recibir en Chile.