Es poco común ver a dos chilenos en el podio de un Maratón en el extranjero. Precisamente, eso fue lo que sucedió con Leslie Encina y Cristopher Guajardo, segundos en los 42 kilómetros de Buenos Aires.
Ambos atletas son hijos del rigor y en base al esfuerzo han logrado ganarse un respeto en las disciplinas de fondo.
Encina, cabo primero del Ejército de 32 años, comenzó a correr contra su voluntad y ahí descubrió sus condiciones. "Empecé a los 21 años, cuando entré a la Escuela de Suboficiales. Yo no quería, pero ahí un comandante me dijo: 'No importa lo que tú quieras, vas a decir 'a su orden', y te irás a correr'. Así que le hice caso y empecé a destacar en las olímpiadas de la escuela y otras pruebas. Gracias a eso pasé al Centro de Alto Rendimiento del Ejército", recuerda el atleta, quien está casado hace siete años con la destacada fondista Erika Olivera.
"A Erika la conocí en los entrenamientos, y ha sido muy importante por los consejos que me da. Por ejemplo, siempre me dice que no importa la ventaja que me saquen los primeros al comienzo, porque después se cansan, y si voy a buen ritmo los puedo pasar. Y justamente fue lo que me pasó con los keniatas en Buenos Aires", afirma.
Eso sí, su carrera también estuvo marcada por una acusación de hurto de un notebook durante los Panamericanos de Guadalajara 2011. "Fue uno de los momentos más complicados, pero por suerte se aclaró", expresa.
Después de este episodio, obtuvo una medalla de plata en 3.000 metros en el Iberoamericano de 2012 y el domingo clasificó a los Panamericanos de Toronto, donde espera repetir el éxito de Buenos Aires.
Guajardo, por su parte, se hizo conocido por ser el guía del atleta no vidente Cristian Valenzuela en la tarde que ganó el oro en los Paralímpicos de Londres. "A él le facilitaba correr conmigo para mejorar su rendimiento y a mí me servía para entrenarme. Además, yo hacía mi propio entrenamiento", comenta el fondista de 26 años.
Sin embargo, la relación con el mejor deportista paralímpico chileno de la historia terminó mal por diferencias económicas. "La relación se quebró después de Londres, porque me sentí traicionado, y eso causó que yo no continuara con él", dice.
Luego de su quiebre con Valenzuela, comenzó a trabajar con Diego Sepúlveda: "Para mí, es el mejor entrenador de Chile y con él pude pulir mi capacidad y talento como atleta de fondo", sostiene.
Asimismo, agrega: "Mi expectativa es llegar a Río 2016 y lo voy a conseguir cueste lo que cueste. Quiero que la gente me reconozca por mi nombre y no sólo por haber sido el guía de Cristian Valenzuela".
Sobre su actuación en Buenos Aires, Guajardo confiesa que "es una sensación inexplicable". "Luchamos mucho para conseguir la clasificación a Toronto y se cumplió la expectativa. Ahora hay que luchar para llegar pleno a los Panamericanos. Estoy muy feliz, porque pude ganarles a cinco keniatas, que eran favoritos, y eso me deja contento y expectante. Siempre confié en mis capacidades y sabía que podía hacer una marca muy buena. Preparamos esta carrera durante cuatro meses".