"Mi papá fue el único sobreviviente que pudo ver el Mundial". El relato pertenece a la senadora Soledad Alvear, hija de Ernesto, uno de los tres "mosqueteros", las figuras claves del proceso que terminó con Chile organizando la Copa del Mundo de fútbol de 1962.

Hoy se cumplen 50 años del primer partido inaugural del certamen, entre la selección chilena y Suiza, que terminó con triunfo para los locales por 3-1. Y dentro de todos los recuerdos de una fiesta que llenó de gloria al deporte nacional, también hay espacios para momentos tristes y las tragedias que rodearon toda su organización.

Partiendo por el terremo de Valdivia en 1960, el más fuerte de la historia del planeta y que puso en serio peligro la organización del certamen.

Los otros dos "mosqueteros" a los que se refiere Soledad Alvear fueron Carlos Dittborn y Juan Pinto Durán, quienes no pudieron disfrutar en vida el éxito de su gestión. Durán  murió en noviembre de 1957 y Dittborn, el 28 de abril de 1962. "El terremoto fue un tremendo problema. A Juan Pinto Duran lo atropellaron cambiando un neumático. Carlos Dittborn fallece de un infarto al corazón", relata la senadora DC.

El 29 de mayo de 1962, en tanto, las hijas de Ernesto Alvear, entre ellas la parlamentaria, se dirigían en una "liebre" al colegio, cuando está chocó. María Eugenia, la menor, salió proyectada a través de un vidrio; Soledad, la del medio, se fracturó varios dedos de un pie después de sufrir la caída de un asiento. Sólo María Teresa, la mayor, salió ilesa.

"Me acuerdo de los titulares de los diarios, que decían 'sigue la mufa del Mundial'. Nadie lo podía creer", explicó Soledad Alvear a La Tercera.