Aunque todavía falta el veredicto de los estados miembro de la Unión Europea (UE), en la próxima reunión del Consejo Europeo, este mes, y el visto bueno del Europarlamento elegido el pasado 25 de mayo, se da casi por descontado la adopción de moneda comunitaria, el euro, por parte de Lituania, el 1 de enero de 2015. Eso, después que la Comisión Europea y el Banco Central Europeo dieran luz verde a Vilna. Con su ingreso en la llamada zona euro, las tres repúblicas bálticas que hasta 1991 formaron parte de la Unión Soviética (Letonia, Estonia y Lituania) habrán dejado ese pasado muy atrás y consolidarán su vinculación con Occidente. Algo relevante en momentos en que países como Ucrania o Georgia han tenido dificultades para cerrar esa puerta de la historia.
Según el Ejecutivo europeo, Lituania muestra una economía estable y cumple los requisitos establecidos en el Tratado de Maastricht (inflación controlada, bajos déficit público y deuda pública, una moneda sin recientes convulsiones y un tipo de interés reducido), a diferencia de lo ocurrido en 2006, cuando su ingreso a la zona euro fue rechazada por su inflación.
Pero no sólo eso. El más grande de los ahora conocidos como los tres "estados bálticos" será el segundo país de la Unión Europea cuya economía crecerá más este año (un 3,3%), sólo superado por la vecina Letonia (3,8%). Incluso, Bruselas espera que el crecimiento de la economía lituana en 2015 llegue hasta el 4,1%, el doble de la media comunitaria, gracias al consumo privado y la inversión. Así, incluso la Comisión Europea pronostica que cerrará 2014 con un desempleo de 10,6% y 10% en 2015, por primera vez desde el estallido de la crisis.
Todas unas cifras que tienden a repetirse en los tres países bálticos, mientras, en Occidente, en otras naciones de la Unión Europea aún batallan para salir de la tormenta económica y, en Oriente, sus antiguas socias dentro del paraguas de lo que fue la URSS se debaten en sus propias crisis internas y/o discuten sobre el tipo de relaciones que desean o pueden tener con el otrora poder central de Moscú, hoy representado por el gobierno ruso de Putin.
Sólo el 1 de enero pasado otro de estados bálticos adoptó el euro: Letonia. Gracias a hacer bien las tareas, desde la perspectiva de Bruselas, estrenó la moneda comunitaria. Eso, pese a que fue uno de los países más golpeados con la crisis financiera de 2008, al punto que su economía se contrajo un 24% entre 2007 y 2009. Sin embargo, aplicó duras reformas y medidas de ahorro, recetadas y exigidas por los organismos de financiamiento internacional, con lo que logró enrielar su economía de manera exitosa.
Estonia adoptó el euro el 1 de enero de 2011 gracias, en parte, a las medidas draconianas aplicadas para enfrentar la crisis económica. Entre esas medidas estuvo el recorte de hasta 10% en el sueldo de los funcionarios estatales, algo que llegó hasta el 20% en el caso de los ministros. Además, el gobierno elevó la edad para jubilarse, facilitó los despidos y agregó requisitos para acceder a beneficios de salud. El resultado no sólo fue su incorporación a la zona euro, sino que en 2011 su economía creció 7,6%, cinco veces el promedio de los 17 países que integraban ese grupo.
Tras la disolución de la Unión Soviética, los tres países bálticos han recorrido un camino de altos y bajos. Tanto en Letonia, Lituania y Estonia sus economías han crecido cuatro veces, tras un proceso de privatizaciones y transformación hacia una economía de mercado, pero sufrió un golpe demográfico, porque la población de esos tres estados se redujo en este período en al menos 10%, resultado de la emigración y la caída de la natalidad. En todo caso, en estas dos décadas sólo Estonia ha mostrado un alza en la esperanza de vida de sus habitantes, y los niveles de bienestar y felicidad de los tres países se encuentran en posiciones bajas en los rankings internacionales.